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sábado, 3 de abril de 2010

El año en que Emilio Silvera se hizo matador


Silvera se hace matador de toros con Arrumbador, de Gabriel Rojas, con Manzanares y Ojeda en el cartel, Un cartel con Julio Robles Pepe Luis y Emilio Oliva, ¡¡que lujo!!. Nos lo cuenta así Vicente Parra.

EMILIO SILVERA, MATADOR DE TOROS (2 de agosto)

En un ciclo colombino de marcado carácter onubensista, el público no respondió en la medida de lo esperado para el cuarto festejo del abono, en el que se programó la alternativa del joven novillero Emilio Silvera, tras una amplia carrera novilleril, por cuanto los tendidos registraron algo menor de los de tres cuartos de su aforo, cuando la circunstancia, además del cartel, demandaban una mayor respuesta popular.

Para la ocasión se eligieron toros de Gabriel Rojas, que estuvieron correctamente presentados, bravos y nobles así como enrazados pero escasos de fuerzas por lo que apenas fueron castigados. El cuarto, al renquear en demasía de los cuartos traseros y tras las protestas del respetable, fue devuelto a los corrales y sustituido por otro del mismo hierro y que tuvo las mismas cualidades que sus hermanos de camada.

Como datos para la historia hay que señalar que Emilio Silvera vistió para la ocasión un terno clásico, blanco y oro. El toro de la ceremonia se llamó Arrumbador, era negro de capa, estuvo marcado con el número 11 y pesó 541 kilos, teniendo, además, buena presencia.

El de la ceremonia salió suelto y distraído, por lo que el toricantano no pudo lucirse con el capote. Tras entregarle José María Manzanares, en presencia de Paco Ojeda, los trastos entre las ovaciones de ánimos de los espectadores, el onubense inició su quehacer con unos estatuarios con los pues juntos entre los olés de sus paisanos para seguir, con series cortas, con ambas manos superando la distracción y falta de fijeza de su oponente. Parecía que iba a haber trofeos, pero la espada no le funcionó y necesitó de tres pinchazos, estocada y un descabello. La ovación fue tan grande que se vio obligado a recorrer el anillo para agradecersela a sus paisanos . Con el que cerró plaza, que presentó algunas dificultades, el nuevo matador expuso para conseguir algunos muletazos de calidad con la mano derecha. En esta ocasión, tras necesitar de un pinchazo y una estocada, obtuvo su primera oreja en la nueva categoría como justo premio a toda su entrega durante esta trascendental tarde. Otra fortísima ovación acompañó al onubense cuando paseó el trofeo conquistado.

El exquisito toreo de José María Manzanares no pudo lucirse por la escasez de fuerzas de sus oponentes, por lo que el alicantino tuvo que actuar como enfermero aunque gozó de algunos momentos para mostrar su torería y buen gusto tanto con el capote como con la muleta. Tampoco estuvo afortunado en el manejo de la espada, por lo que se quedó sin trofeos, aunque en el primero paseó el anillo, siendo ovacionado en el otro.

El triunfador de la tarde fue Paco Ojeda que dejó claramente expuesta su personalidad taurina y sus buenas maneras en un quehacer entre los pitones que entusiasmó a los espectadores, engarzando muletazos que, además de ser ejecutados con mucho temple, parecían que torero y toro se habían fundido en una misma pieza. Parecía que el triunfo iba a ser sonado, pero no estuvo muy afortunado con los aceros, por lo que fue premiado con una oreja al acabar con cada uno de sus oponentes, solicitándose con fuerza la segunda del quinto por lo que, al ser denegada acertadamente por la presidencia, le obligó a dar dos vueltas al ruedo.



UNA CORRIDA DESAPROVECHADA (3 de agosto)



Para cerrar el abono colombino y en el día grande de las fiestas onubenses se programó un cartel sin muchas alharacas y el público no respondió en la medida esperada por lo que de nuevo hubo mucho cemento en los tendidos que registraron menos de media entrada. Está comprobado que en los festejos sin la presencia de diestros locales, la asistencia de los espectadores locales baja en demasía.

Repetían actuación las reses de los Hermanos Sampedro, que estuvieron bien presentadas, con bravura, nobleza y que dieron un excelente juego, salvo el lidiado en cuarto lugar que se rajó muy pronto. Estas buenas condiciones expuestas por los toros a lo largo de todo el festejo no fueron aprovechadas en su totalidad por los espadas que, en líneas generales, estuvieron por debajo de sus oponentes, que merecieron unas actuaciones más decididas por parte de la terna.

Lo más destacado de la actuación de Julio Robles estuvo en el recibo de capote a sus dos astados, a los que instrumentó muy buenas verónicas, que fueron acogidas con calor por los tendidos; sin embargo, su quehacer bajó bastante con la muleta ante un primer animal que se paró muy pronto y ante el que el salmantino puso mucha voluntad y grandes deseos pero no encontró opción para el lucimiento. Con el garbanzo negro del encierro, Robles repitió actuación con la muleta sin llegar a calar en los tendidos que no se pronunciaron al acabar con el toro.

Pepe Luis Vázquez volvió a entusiasmar con los pintureros lances de recibo, que fueron acogidos con una gran ovación, especialmente los que instrumentó a pies juntos. Se presagiaba triunfo grande cuando tomó la muleta, poniendo de manifiesto su artística concepción del toreo, con muletazos largos y profundos pero los fallos a espadas le privaron de trofeos. No estuvo tan afortunado con el otro, con el que no llegó a acoplarse en momento alguno, mostrando la otra cara, la del conformismo y apatía, que hicieron que los tendidos se enfadasen con el sevillano.

La única oreja de la tarde la obtuvo Emilio Oliva en el que cerró plaza que, a lo largo de toda su actuación buscó el triunfo. Estuvo muy valiente y con muchas ganas durante toda la tarde, recibiendo a su primero con dos largas cambiadas, para iniciar su faena muleteril con un pase cambiado por la espalda y seguir con series con ambas manos pero falló a espadas con su primero privándose de obtener trofeo, que le llegó en el que cerró plaza, al que aprovechó sus excelentes condiciones para completar un trasteo lleno de entrega, valentía y ganas.

Cierto es que en esta ocasión se vieron algunas cosas interesantes, pero también es verdad que las condiciones de los astados de los Hermanos Sampedro merecieron una mejor disposición de los matadores que perdieron una oportunidad de haber alcanzado unos triunfos importantes.

El cierre del abono colombino lo puso, una vez más, el espectáculo cómico de El Bombero Torero y sus enanitos, actuando en la parte seria el becerrista onubense Jesús Medrano, quien, tras una animosa faena, cortó una oreja a un astado del hierro de Clotilde López Domínguez

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