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miércoles, 17 de febrero de 2010

Santi Ortiz y Joaquín Bernadó bordan el toreo de Chamaco en el coso de Cajasol.


Decíamos ayer que hay dos formas de hacer un homenaje a un torero, pues es mentira, anoche en Cajasol Santi Ortiz demostró que además se pude hacer de manera excelsa

. Tras un reconocimiento de paisanaje a la familia Cuadri por su medalla de oro de Andalucía aún calentita. Comenzó un acto de grandeza y un acto grande.
Desde el corazón señorial de un torero grande, el catalán Bernadó y desde la excelsa rigidez científica de un poeta que se empeña en domeñar las rimas irregulares de la historia del torero más personal de todos los tiempos, Antonio Borrero Morano, “Chamaco”, uno de los grandes. Que bien titulado:” Una tauromaquia sentimental”, desde el escribir de orfebre artesano y genial que gasta Santi Ortiz, que sigue poniendo pilares de piedra y arcos de medio punto de ladrillo mudéjar para construirse la más bella catedral del hablar de toros coetáneo.
Una disertación honda, plagada de datos pero principalmente preñada de sentimientos, de orden lógico pero sobre todo de orden taurino, desde el enclave en tres tercios, parar al toro y doblarse enclavándolo en la ubicación histórica, cuajarlo desentrañando su tauromaquia dentro de una generación concreta, la de los Bernadó, Pedrés, Ordóñez, Luis Miguel, Aparicio, Litri y por fin cuajarlo en el último tercio, no el de la muerte, sino el de la vida eterna, desentrañar las vigencias actuales del chamaquismo, escudriñar sus fuentes vitales y darle sus terrenos, los que le hicieron dominar la novilllería del 54 y el 55, cuando el escalafón inferior tenía más cuajo que el superior. Los últimos 50 que hicieron decrecer el tirón del torero del matadero, nacido en la calle Pablo Marchena, diz que por que aprendió las mañas, otros dirán que desarrolló el oficio y otros jurarían que se cuajó en torero más depurado.
Santi nos llevó por los caminos de la emoción, de la admiración a un torero sin precedentes ni referentes ni escuela posible, la de la emoción atosigante, discutible hasta la hipérbole, grande hasta la inmortalidad, Santi nos hizo revivir la Huelva de tabernas y medias limetas en el Pechugita o en El presa o en la Joya, los toros todos los domingos en la plaza de Huelva gestionada por Moreno Caparrós, cuyo hijo apoderó al genial torero, al comercio de la calle Carmen, y a un debut gracias a los cupones del diario ODIEL que compraban los vecinos del matadero.
Nos trajo el recuerdo vivo de Manolín Aguirre, su mentor primero, luego su mejor amigo ya la postre el único mozo de espadas del torero que creó el Portil. Las temporadas de 24 novilladas en Barcelona, la hazaña irrepetible como apunta Bernadó, que ya este año en la tercera José Tomás no llenó, Pirfo en el ambiente, Pirfo en la cuadrilla, Pirfo en la reflexión “ Es el torero que más ha emocionado nunca”
Y pasó por Huelva el señorio vestido de calle, ya `pasó en el 67 para torear en nuestra plaza, Bernadó deja secuelas, marca, el fino torero catalán, El noi de la Riereta es un señor a la antigua usanza, traje de lana, maneras de gentleman, historias de enciclopedia viva, y admiración sin pamplinas por el compañero de tantas tardes en la puerta de cuadrillas,que siempre pícaro y pagado de si mismo se demoraba en dar la cara hasta que estaban formadas las cuadrillas y los otros matadores para aparecer en loor de multitudes, porque le torero de Huelva tenía la vergüenza torera en el alma.

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