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sábado, 5 de septiembre de 2009

Zufre reinaugura su plaza con un festejo triunfalista

Zufre reinaugura su plaza con un festejo triunfal.



Luis Viches corta tres orejas. Julio Benitez y Oliveira una por coleta.


Desrazada corrida de Juan José González. El de Hidalgo para rejones se dejó.



Corrida de toros mixta con motivo de la feria de la localidad de Zufre y que suponía la reinauguración de su coqueto coso que no ha perdido ni identidad ni incomodidad por la importante obre de reforma que ha supuesto la adecuación de la plaza a la legislación vigente en cuanto al diámetro del ruedo. Lleno en los tendidos en tarde de calor serrano sofocante. Se han lidiado cuatro toros de Juan José González de buena presentación, desrazados y flojos, muy castigados en varas, el tercero, segundo de Luis Vilches fue premiado con la vuelta al ruedo. Y un eral para rejones de Arturo Hidalgo de correcta presentación y que se dejo. Luis Vilches de nazareno y oro, oreja y dos orejas, Julio Benítez “El Cordobés” de turquesa y oro, oreja y silencio, Manuel Jorge de Oliveira oreja.

Hay placeres en la vida a los que ningún onubense debe renunciar. En plenos idus de septiembre, coger el camino de la sierra cuando todos los mortales urbanitas y pueblerinos del orbe conocido van hacia las playas, llegar a Zufre en fiestas, recibir el agasajo de la peña Luis Vilches que hoy estaba de enhorabuena pues el torero de Utrera volvía a este, su otro pueblo, a torear una corrida de toros con motivo de la reinauguración de la bellísima plaza. Subir las cuestas empedradas de Zufre, que son un tormento para los pies y una bendición para la salud y para la vista, de la más agreste de nuestra serranía, compartir mesa y gurumelos de los conservados en aceite mediante vieja receta y carnes del rey de de la dehesa, ese cerdo de montanera y andares pausados y largos. Una conversación de toros, desde Curro a Manolo Cortes, recuerdos de crónicas de Zabala, la compañía del fiel José Ruciero, del doctor del Pozo y su encantadora familia el agasajo de Fernando Maya, en fin todos los placeres anejos a este duro mundo de revistero taurino, ya saben parafraseando a “El Pipo”, “Cuantas carrilleras tiene que comer uno para llevar las habichuelas a casa”. En fin la vida y sus placeres cotidianos.

Luego hubo toros, claro, una corrida de toros en la que Vilches volvió a decir que tiene la moneda, la cara, la del toreo de manos baja y mucha ortodoxia, el toreo más caro, el más puro el que le dejó desarrollar un buen toro, excesivamente premiado con una vuelta la ruedo. Vilches le bajo la mano, tras gustarse con el capote, brindó a Francisco Maya, de la peña que lleva su nombre y partidario acérrimo del utrerano. Se embraguetó por el izquierdo y le exigió al colorado ojo de perdiz, que perdió las manos, le ligó series muy artísticamente abrochadas, le entendió los terrenos y volvió a dejar sentado que lo de matar es una asignatura pendiente, en la que ya está a punto de agotar convocatorias. Al salinero primero lo toreó hasta que se quedo sin toro que fue al segundo muletazo de la segunda serie.

“El Cordobés” lo tiene difícil en esto de ser alguien por si mismo en el toro, el hijo legitimo del monstruo no se queda quieto ni para cobrar, el muchacho es un encanto, educado, correcto, pero no lo ha llamado el señor por los caminos de la tauromaquia. Toreando para fuera, tomando más precauciones que un soldado español de copas en Afganistan, sin acabar de ver los toros, saliéndose de la suerte al matar. Tampoco es que su lote fuera para resolver la vida a ningún torero, pero podía y debía haber estado de otra forma. Una pena, ni estaba ni se le esperaba, ni ha dado la vuelta a nada esta tarde a pesar de intentar incluso un esbozo de salto de la rana, que no le sale del corazón y para la que desde el tendido le quitaron las ganas de volver a intentarlo con una guasa de esas que tanto duelen en estas plazas donde todo el mundo se conoce a los dos minutos de empezar el festejo. También es verdad que los toros de Julio Benítez fueron picados en exceso para las condiciones de casta y fuerza que presentaban los de Juan José González, hermanos de los de Manolo González, Núñez, de líneas Villamaría y Rincón

El luso Oliveira dejo buen sabor con el eral que cerraba plaza, mostró una monta seria y dominadora, realizó lances de rejoneo antiguo y con tan sólo tres jacos supo poner la plaza de su parte, una pena el fallo con los aceros por que sus meritos fueron más que lo que el solitario apéndice auricular parecería indicar.

Pitando de la plaza para la andevaleña plaza de Zalamea, donde tuvimos ocasión de avistar tres toros importantes de Peñajara pero eso es harina de la página siguiente y de Doña Inmaculada León

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