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martes, 9 de octubre de 2007

Raúl Corralejo. Uno de los buenos

Raúl Corralejo. El coraje de querer ser torero
El banderillero de San Juan se recupera de la grave cogida de Collado Villaba.
Cormac McCarthy, reciente premio Pulitzer en su último libro traducido al español,”La Carretera”, plantea un sobrecogedor panorama donde un hombre y su pequeño, de edad indeterminada, pululan a lo largo de una carretera en un medio ambiente hostil por las consecuencias de la explosión de una bomba de vacío o similar. Si el ambiente es difícil las relaciones con el resto de supervivientes son aún peores, asesinatos, antropofagia, canibalismo y robo son las leyes de ese mundo nuevo. En esa tesitura y ante cada nuevo revés del destino o sorprendente aberración que ven los infantiles ojos del hijo éste repite una pregunta simbólica y percutiente “Papa, ¿nosotros seguimos siendo los buenos?”.
Imagino que el torero Raúl Corralejo, como tantos otros hombres del toro, se puede haber planteado esta pregunta muchas veces durante su intensa vida en el toro. Después de nacer en Valverde del camino y pasar su infancia en Nerva donde su abuelo, rondeño de nacimiento, le inculca el amor al toro bravo, viene a San Juan del Puerto y empieza muy joven a querer ser matador de toros. Fue alumno aventajado de la escuela taurina de Huelva. Su progresión fue llamativa y por su afición, sus conocimientos y su privilegiado físico, parecía que acabaría en figura del escalafón. La dificultad intrínseca de la profesión, los sinsabores del toro, la falta de oportunidades, las malas experiencias con algún empresario sin escrúpulos y su seriedad acabaron sesgando una trayectoria que merecía haber sido más brillante como matador.
Siempre me ha interesado como curioso de todo lo que rodea al mundo del toro el momento en que un novillero decide coger los palos. La decisión no debe ser fácil, una renuncia de carácter burocrático que sin duda tiene aspectos que dan mucho juego literario: cambiar el oro por la plata, sueños frustrados, renunciar a la gloria por un plato de lentejas, una triste mañana de invierno en las oficinas de una asociación sindical cambiando el carné que algún día enseñará a sus nietos…., Lo de Raúl fue mucho más terrenal y espontáneo, un amigo le pidió el favor y cambió los papeles, quería seguir vinculado a este mundo que era su mundo y por eso la única opción era hacerse profesional. No aparece en su recuerdo la palabra frustración, el recuerdo ingrato o la sensación de injusticia, no pudo ser y no fue.
Importante hombre de plata
Después de placearse con unos inicios prometedores acompañando a matadores y novilleros de poco recorrido en cuanto a número de festejos toreados, hace seis años le paso por delante un tren que llevaba a una estación grande, de muchas corridas y plazas importantes. Se enroló en la cuadrilla del entonces novillero Salvador Cortes, con el anduvo tres temporadas de novillero, toreó su alternativa y paso el bache de la falta de contratos a pesar de los triunfos. De repente todo cambió, se enderezó la temporada 2005, y vivió la fulgurante del 2.006 para el matador del Aljarafe, con cuatro orejas en la Maestranza de Sevilla como hito más brillante. Vuelta a España, muescas en su capote con el nombre de todas las plazas de primera, el Coso de la Misericordia, Vistalegre, Las Ventas, La Monumental de Barcelona, la Malagueta…
Recibe ofertas de matadores de tronío con dineros importantes pero su sentido de la lealtad y su fe en las personas le hacen permanecer al lado de Cortes. En el invierno, con las cuadrillas ya apalabradas y los mejores sitios ocupados, el matador le comunica de forma abrupta que se queda en el paro. La situación es difícil, había abandonado sus otras ocupaciones, tiene una familia que mantener y no hay tiempo de reacción. Se preguntaría otra vez entonces como el protagonista de “la Carretera” ¿verdad que seguimos siendo de los buenos?
Como profesional respetado y placeado no le faltan contratos pero sin la continuidad necesaria para poder vivir de esto. El futuro le dio salida con un pase cambiado por abajo, el líder del escalafón se interesa por el onubense ante una falta en su cuadrilla y se coloca en el mes de Mayo con Manuel Díaz “el Cordobés”.
Cuando llamas al teléfono de Raúl, te entretiene la melodía de “Verano Azul”, ese era el verano que todos le augurábamos al bueno de Corralejo. Dicen los profesionales cuando van con una figura “este es el toreo, el toro chico y el dinero grande” este era su verano azul, un matador que va a andar cerca de torear el centenar de corridas, una cuadrilla que es una piña, un entorno que es una balsa, ganado del que buscan las figuras, el público siempre a favor: Jauja. Tan puesto estaba que sabemos de algún ganadero que lo llamaba para tentar en el campo por su conocimiento y versatilidad, dejando a un lado a matadores de los primeros lugares del escalafón.
La cogida de Collado-Villaba
Y entonces…, Collado Villaba, una tarde más del largo peregrinar por la piel de toro, el quinto de la tarde de Buenavista, manso y reparado de la vista, a pesar del nombre de la ganadería, no obedeció al capote, viniéndose al cuerpo del banderillero, que sufrió un primer golpe muy fuerte y, una vez derribado, una tremenda paliza ya que le volvió a buscar en el suelo, cebándose con él la caída fue seca y dura golpeándose en la cabeza, el matador casi no reacciona. Los profesionales acuden al quite al percatarse de la gravedad del incidente. UCI del Puerta de Hierro, coma inducido, TAC, miedos, maldiciones, móviles que no callan y un torero que se va. Los días pasan, temor a las secuelas, temporada rota y otra vez la pregunta “¿seguimos siendo de los Buenos?”
Sin duda es de los buenos, de los bravos que se vienen arriba en la pelea y siempre van a más sin abrir la boca, por que de su boca no sale un agravio, un reproche para nadie.
Las televisiones, en su tratamiento habitual del mundo del toro, sólo se fijaron en la cogida que ese mismo día sufrió Cayetano Rivera Ordóñez, la recompensa le vino dada por un mundo del toro solidario y humano que se volcó con él salvo “honrosas” excepciones que Raúl calla. Manuel Díaz,, su matador, y toda la cuadrilla se convirtieron en parientes cercanos, en la larga sala de espera de la noche madrileña, apoderado, mozo de espadas, hombre de confianza fueron sus ángeles de la guardia hasta que llego su gente de San Juan. El proceso largo y tedioso hasta que se permitió el traslado a Huelva, Rocío, la sufridora en casa, padeció de soledad e incertidumbres en Madrid entre olores a cloroformo, radiografías, pruebas y analgésicos.
Sigue su recuperación callado, sólo algún quejido apagado de dolor cuando cada tarde acude a la clínica de fisioterapia de Huelva, de la Calle Isla Saltes del muy taurino barrio del matadero, donde pasa dos horas de un bendito tormento que le lleva de bruces a la reaparición en la próxima primavera. Su expresión es de valiente y promete “estar mejor que el que mejor esté” cuando empiece la temporada 2.008.
No nos cabe duda y sólo esperar que tenga la suerte que se merezca, que no será poca si el mundo del toro le devuelve una milésima parte de lo que Raúl le ha regalado.

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