Torear con buen gusto es como un don o como el temple, se
puede mejorar con el tiempo, pero se tiene o no se tiene y Pablo Aguado lo
posee y lo pudo demostrar la pasada noche en la segunda novillada de promoción sin
caballo en la Maestranza de Sevilla ante un buen eral de Hermanos Tornay, un
noble ejemplar que embistió con bravura y transmisión. Aguado, sobrado de
oficio y más puesto que un reloj, lo templó con el capote y replicó en quites a
Cristian Pérez con unas verónicas que salían directamente a golpe de muñeca y a
cámara lenta. Con la franela, tras brindárselo a su madre, hilvanó una faena
con gusto y buenos remates de pitón a rabo entendiendo al animal dándole
distancias y con un buen concepto clásico y pinturero. Deja el nivel alto, está
claro que se postula para la final y lo mejor es que la afición sevillana,
además de sus numerosos seguidores, lo espera, así como que no falle con la
espada.
Ante el primero también demostró sus buenas formas y si no
llega a ser por los aceros, otro gallo hubiera cantado, porque podría haber
cortado otra oreja por los buenos naturales templados y muletazos de calidad.
Otro que tampoco tiene mal aire, sino todo lo contrario, es
Alejandro Gardel. El madrileño, sobrino de David Mora, al que brindó la muerte
de su primer eral, presente en el tendido y aún convaleciente de la cornada en
Madrid, basó la mayor parte de sus dos faenas por el izquierdo con naturales
profundos y largos. A su primero, un eral difícil, lo metió en la muleta en un
trasteo que quizás alargó demasiado. Con el sexto,
también un buen ejemplar, demostró su buen concepto con un toreo vertical,
profundo, personal y limpio, pero volvió a fallar con la espada.
Cristian Pérez llegó a Sevilla desde Albacete con mucha
disposición pero le faltan algunas tardes más para salir airoso de estos
compromisos. Seguro que ha pasado mala noche pues la paliza que recibió,
dividida en varias volteretas, fue notable, no obstante el chaval, que bailó
con la más fea, no se cansó de intentarlo con sus dos oponentes.
Otra noche más, divertida y amena, con mucho rostro
infantil, pero los asistentes, en algunas ocasiones por primera vez, deben ser
conscientes de que la Maestranza no es un campo de fútbol sino un templo
sagrado del toreo y aunque se trate de un espectáculo donde no se respira tanta
tensión, estos chavales, con muchísima ilusión, intentan abrirse camino en este
complicado mundo y jugándose la vida, que a nadie se le olvide.
Ficha técnica:
Plaza de toros de Sevilla. Segunda novillada de promoción
sin caballos. Con más de media plaza se lidiaron erales de la ganadería de
Hermanos Tornay, bien presentados, astifinos, con movilidad y de distinto
juego, siendo los mejores el primero, cuarto y sexto, y más complicado el resto.
Pablo Aguado, ovación tras aviso y dos orejas
tras aviso.
Cristian
Pérez, silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.
Alejandro
Gardel, silencio tras dos avisos y palmas tras aviso.
Incidencias: Saludó en banderillas
Manolo Odero.
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