A lo largo de su carrera, Belmonte se
prodigó poco por la plaza onubense, pues sólo ocho paseíllos –dos como
novillero y seis de matador de toros– se consignan a lo largo de todo su
historial.
Su debut se llevó a cabo, el sábado, 10 de
mayo de 1913, estoqueando una novillada de Campos Varela, junto al novillero
onubense Rafael Navarro, Navarrito de Huelva, y la inseparable pareja de Juan aquella
temporada, Curro Posada.
La expectación por ver a Belmonte era tan
extraordinaria que, aprovechando la circunstancia de que aún los tendidos no
estaban numerados, el empresario vendió más entradas de la cuenta, lo que
originó tal amontonamiento de público en sol que muchos espectadores se pasaron
a sombra para poder presenciar la corrida en condiciones mínimamente aceptables.
El torero local, Navarrito, tuvo una
actuación aseada, tranquila y valiente, sin nada destacable que reseñar.
Navarrito, cuyo hermano Manuel sería banderillero de Pacorro, caería
mortalmente herido con la femoral rota en la plaza de Las Arenas, de Barcelona,
en el mismo mes de mayo, seis años después, al entrar a matar a un manso
fogueado de don Patricio Sanz. Dentro de la tragedia, ocurrió el hecho
anecdótico de que el presidente ordenó suspender el festejo en el cuarto
novillo de la tarde, y así se hizo abandonando el público el recinto bajo
penosísima impresión, por creer que el diestro había muerto. Sin embargo, aún
tardaría dos días más en morir, habiéndosele previamente practicado la
amputación de la pierna herida.
Belmonte impresionó en el novillo de su
debut, con una faena lucidísima continuamente jaleada por el público, que
remató con una muy buena estocada antes de pasear en triunfo la única oreja de
la tarde.
Juan llegó a Huelva sin estar repuesto de
la extrema debilidad y falta de energía que padecía, la cual le había obligado
a cortar la temporada tras su segunda comparecencia en Madrid, justo un mes
antes de Huelva. Sin embargo, la insistencia de los empresarios que zumbaban a
su alrededor instándole a cumplir sus contratos–pues entonces Belmonte era
negocio seguro dado su incontestable tirón–, y la proximidad de la extrema pobreza
de su casa, que le hacía remorderle la conciencia con el dinero que dejaba de
ganar en cada corrida no toreada, impidieron que dedicara a su curación y
reposo el tiempo necesario, reapareciendo tres días antes de Huelva, en
Alicante, donde, para colmo, un novillo de Carrero lo lesionó al dar un
molinete, impidiéndole matar ninguno de sus toros.
Pese al percance, dos días después toreaba
en Écija, al día siguiente debutaba en Huelva, el 11 en Sevilla, el 12 en
Cortegana, donde estoqueó en solitario cuatro novillos de Carvajal, el 13 en
Osuna, el 14 en Badajoz, donde llegó de nuevo pasado de rosca; pero le bastó un
día de descanso para hacer el paseíllo en Pozoblanco y de ahí a Linares. Y ya
no pudo más. El agravamiento de su dolencia, le obligó a guardar reposo todo lo
que quedaba de mayo, para reaparecer, de nuevo prematuramente, el 1 de junio en
Málaga, al día siguiente fue a Antequera y ya no toreó hasta el viernes, día 6,
de nuevo en Huelva, donde cumpliría su segundo y último paseíllo de novillero
en nuestra ciudad.
En esta ocasión, el cartel lo componían,
con reses de la misma ganadería del debut, Alcalareño, José Gárate, Limeño –que
fue el triunfador de la tarde– y Juan. Belmonte volvió a promover otro
terremoto de los suyos ante el primer novillo al que lanceó con los pies
clavados en la arena, para, posteriormente, pasarlo de forma superior en la
muleta. Sin embargo, no anduvo fino con el acero y todo quedó en palmas. En el
último, parte del público se echó al ruedo, impidiendo así que los diestros
pudieran realizar ninguna clase de proezas y Belmonte terminó la corrida de dos
pinchazos y media en su sitio.
Habrían de transcurrir dos años y tres
meses para que Belmonte volviera a lucir sus alamares, ya con galón de
alternativa, en nuestro coso. Lo haría en dos fechas consecutivas, los días 14
y 15 de septiembre de 1915. El primero, martes, se anunciaría, en la lidia y
muerte de toros de Benjumea, con Alfonso Cela, Celita, y Curro Posada, y el
segundo, con Joselito y el susodicho Posada, para estoquear un encierro de
Concha y Sierra. Precisamente, en esta corrida haría Joselito su presentación
como matador de toros en Huelva.
En la anterior, conseguiría Belmonte su
éxito más rotundo en el ruedo huelvano, al cortarle las orejas y el rabo al
último Benjumea de la suelta después de realizarle una faena apoteósica que
culminó colgándole la montera de uno de los pitones al toro y mandándolo a las
mulillas de media caída y certera. Fue una tarde triunfal en la que Celita
cortaría oreja en el que abrió plaza y Posada otro rabo al segundo.
Al día siguiente, Joselito y Posada cortarían
una oreja en sus primeros toros, mientras que Belmonte tendría que conformarse
con la ovación del público al estar por encima del peor lote de la tarde,
produciéndose,en el transcurso del festejo, la anécdota de escaparse el cuarto
astado del chiquero mientras arrastraban al tercer toro, lo que motivó la
natural confusión en el ruedo.
Santi Ortiz
Santi Ortiz
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