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martes, 17 de junio de 2014

JUAN BELMONTE Y HUELVA,(I) por Santi Ortiz

Reproducimos en dos partes, la disertación que Santi Ortiz ofreció, al relance de la presentación de su magnífico libro  "Juan Belmonte. A un siglo de su alternativa" en el pasado Ciclo Los Toros de Cajasol sobre la trayectoria de  El Pasmo de Triana ligada a Huelva.

   
 Vamos a exponer aquí la relación que mantuvo el Belmonte torero con la plaza de Huelva –ciñéndome a las veces que hizo el paseíllo vestido de luces en ella–, así como a las dos corridas –una en Badajoz y otra en Jaén– en que compitió –¡y de qué forma!– con Manolito el Litri.
     A lo largo de su carrera, Belmonte se prodigó poco por la plaza onubense, pues sólo ocho paseíllos –dos como novillero y seis de matador de toros– se consignan a lo largo de todo su historial.
     Su debut se llevó a cabo, el sábado, 10 de mayo de 1913, estoqueando una novillada de Campos Varela, junto al novillero onubense Rafael Navarro, Navarrito de Huelva, y la inseparable pareja de Juan aquella temporada, Curro Posada.
     La expectación por ver a Belmonte era tan extraordinaria que, aprovechando la circunstancia de que aún los tendidos no estaban numerados, el empresario vendió más entradas de la cuenta, lo que originó tal amontonamiento de público en sol que muchos espectadores se pasaron a sombra para poder presenciar la corrida en condiciones mínimamente aceptables.
     El torero local, Navarrito, tuvo una actuación aseada, tranquila y valiente, sin nada destacable que reseñar. Navarrito, cuyo hermano Manuel sería banderillero de Pacorro, caería mortalmente herido con la femoral rota en la plaza de Las Arenas, de Barcelona, en el mismo mes de mayo, seis años después, al entrar a matar a un manso fogueado de don Patricio Sanz. Dentro de la tragedia, ocurrió el hecho anecdótico de que el presidente ordenó suspender el festejo en el cuarto novillo de la tarde, y así se hizo abandonando el público el recinto bajo penosísima impresión, por creer que el diestro había muerto. Sin embargo, aún tardaría dos días más en morir, habiéndosele previamente practicado la amputación de la pierna herida.
     Belmonte impresionó en el novillo de su debut, con una faena lucidísima continuamente jaleada por el público, que remató con una muy buena estocada antes de pasear en triunfo la única oreja de la tarde.
     Juan llegó a Huelva sin estar repuesto de la extrema debilidad y falta de energía que padecía, la cual le había obligado a cortar la temporada tras su segunda comparecencia en Madrid, justo un mes antes de Huelva. Sin embargo, la insistencia de los empresarios que zumbaban a su alrededor instándole a cumplir sus contratos–pues entonces Belmonte era negocio seguro dado su incontestable tirón–, y la proximidad de la extrema pobreza de su casa, que le hacía remorderle la conciencia con el dinero que dejaba de ganar en cada corrida no toreada, impidieron que dedicara a su curación y reposo el tiempo necesario, reapareciendo tres días antes de Huelva, en Alicante, donde, para colmo, un novillo de Carrero lo lesionó al dar un molinete, impidiéndole matar ninguno de sus toros.
     Pese al percance, dos días después toreaba en Écija, al día siguiente debutaba en Huelva, el 11 en Sevilla, el 12 en Cortegana, donde estoqueó en solitario cuatro novillos de Carvajal, el 13 en Osuna, el 14 en Badajoz, donde llegó de nuevo pasado de rosca; pero le bastó un día de descanso para hacer el paseíllo en Pozoblanco y de ahí a Linares. Y ya no pudo más. El agravamiento de su dolencia, le obligó a guardar reposo todo lo que quedaba de mayo, para reaparecer, de nuevo prematuramente, el 1 de junio en Málaga, al día siguiente fue a Antequera y ya no toreó hasta el viernes, día 6, de nuevo en Huelva, donde cumpliría su segundo y último paseíllo de novillero en nuestra ciudad.
     En esta ocasión, el cartel lo componían, con reses de la misma ganadería del debut, Alcalareño, José Gárate, Limeño –que fue el triunfador de la tarde– y Juan. Belmonte volvió a promover otro terremoto de los suyos ante el primer novillo al que lanceó con los pies clavados en la arena, para, posteriormente, pasarlo de forma superior en la muleta. Sin embargo, no anduvo fino con el acero y todo quedó en palmas. En el último, parte del público se echó al ruedo, impidiendo así que los diestros pudieran realizar ninguna clase de proezas y Belmonte terminó la corrida de dos pinchazos y media en su sitio.
     Habrían de transcurrir dos años y tres meses para que Belmonte volviera a lucir sus alamares, ya con galón de alternativa, en nuestro coso. Lo haría en dos fechas consecutivas, los días 14 y 15 de septiembre de 1915. El primero, martes, se anunciaría, en la lidia y muerte de toros de Benjumea, con Alfonso Cela, Celita, y Curro Posada, y el segundo, con Joselito y el susodicho Posada, para estoquear un encierro de Concha y Sierra. Precisamente, en esta corrida haría Joselito su presentación como matador de toros en Huelva.
     En la anterior, conseguiría Belmonte su éxito más rotundo en el ruedo huelvano, al cortarle las orejas y el rabo al último Benjumea de la suelta después de realizarle una faena apoteósica que culminó colgándole la montera de uno de los pitones al toro y mandándolo a las mulillas de media caída y certera. Fue una tarde triunfal en la que Celita cortaría oreja en el que abrió plaza y Posada otro rabo al segundo.
     Al día siguiente, Joselito y Posada cortarían una oreja en sus primeros toros, mientras que Belmonte tendría que conformarse con la ovación del público al estar por encima del peor lote de la tarde, produciéndose,en el transcurso del festejo, la anécdota de escaparse el cuarto astado del chiquero mientras arrastraban al tercer toro, lo que motivó la natural confusión en el ruedo.

Santi Ortiz
   

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