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lunes, 17 de marzo de 2014

La alegría del toreo

Una plaza de toros con gente fuera de la los día "señalaitos" de feria con gente movida en su mayoría por la ilusión de un torero, es una alegría. Una alegría grande. Ese tipo de público al que en su vida se le ocurriría ir a una plaza si no fuera por que torea un paisano, un primo o un compañero de pupitre son los que llenan las plazas de pasión y se enamorarán algún día de este noble arte.

Ver debutar en Huelva a otro Posada tiene algo de justicia taurina. La alegría de Juanlu Posada en la tierra de los Barranco sólo es comparable a la de los viejos posadistas que vieron torear a su abuelo. Pasear una oreja 60 años después, con el intermedio de su tío Antonio, siguiendo un camino debe hacer sentir cosas al alma de artista del más chico de los Posada. La primera que no concedió el presidente se la ganó por una estocada superior.

Andaban por las calles de Huelva un montón de gentes de Sevilla en peregrinación por Lama de Góngora, llenando restaurantes y dando vida,  no deja de ser una alegría, con la que está cayendo la alegría es doble. Luego el torero dio argumentos. Gusto y torería cuando pudo, coraje cuando el novillo se complicó.

Alegría es ver como un hombre se queda quieto delante del toro por concepto, por convicción y por el deseo de ser gente en esto. David de Miranda lo hizo toda la tarde que fue un continuo repetir: "estos son mis principios, lo siento no tengo otros", señor Marx, (don Groucho)

Hay novilleros que parecen toreros en miniatura, otros como el debutante Miranda son proyectos, están en novillero y muestran margen de mejora. En esa mejora está la alegría, la alegría de poder crecer. Y nosotros que lo veamos.

Ver en las plaza de toros de Huelva hasta una treinta matadores de toros es una alegría torera que nos llevamos al alma. Ver al último Chamaco en el callejón y que el torero de Trigueros le brinde un toro es engarzar la historia con matices de pureza.

Oír a un matador de toros del otro lado del charco decir "las Bernardinas cansan, las da cualquiera, pero las que ha pegado Miranda, esas, sólo pueden darlas los privilegiados y esas no cansan, hacen saltar" nos alegra el concepto.

Escuchar a una figura del toreo decir "es verdad, Miranda parece frío, tiene que acabar de cuajarse, me recuerda a un torero que vi en Benidorm, se llamaba José Tomás" es una alegría que nos hace pensar que no andábamos muy desencaminados.

Los debutantes traen debutantes, Rafael Carbonell en el sexto miró al cielo buscando a Papa, cogió el palo, afirmó las riendas y pegó el puyazo de la tarde. Antes Contreras, Guerrero y Muriel se habían desmonterado. ¿Alegría? No. Alegrón. Todos estaban en el ruedo cuando Huelva buscaba un torero en un erial hace tres años.

Ver hacerse torero a un niño, ver hacerse grande a un hombre. Ver cambiar esfuerzos por cornadas y triunfos por revolcones siempre en la línea recta de la verdad es más que una alegría. No nos pidan hoy objetividad, pero tengan toda nuestra sinceridad, la misma del toreo de Miranda. Que duerma alegre Trigueros y un triguereño grande.Como debe dormir alegre la torería y un torero grande. Nos sobran los motivos. Y aviso a navegantes, las tres orejas fueron de cualquier lado,

Dos novilleros punteros, una ganadería de las que matan las figuras, un debutante que mueve a viajar y dos "solos" periodistas taurinos de Sevilla, no nos dio alegría precisamente.

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