Uno conoce, en su devenir por plazas, cerrados, tertulias y saraos
taurinos más o menos descriptibles, a gentes del toro de toda condición, carácter y categoría. Como uno no busca en estas
relaciones taurinas el amor eterno, que eso ya lo tiene, si no aprender o
conocer gente que nos haga aprender y pasar con normalidad por este mundo, pues
alterna con educación y prudencia con toda esta variopinta muchedumbre.
Imitando a los niños educados de mi infancia, vemos, oímos y rozamos lo que
hacen, lo que dicen y lo que se dice de estos hombres y mujeres. Luego
intentamos contarlo, de forma prudente y respetuosa.
Como uno tiene su entendederas, hay personajes en lo que el respeto se ve desbordado por la admiración. Como además tenemos nuestro corazoncito, hay personas en los que el respeto y la admiración dan paso al cariño. Habida cuenta que uno lleva aquí dos días,
aún se sorprende a veces con realidades y con personalidades que son conocidas
por todos los que han echado en este universo los dientes y los
espolones.
Por cuestión genética nos sentimos
humanamente cercanos a los ganaderos, la parte más añeja, más romántica, más
pura y más vulnerable de esta fiesta, donde ellos ponen el elemento
sustancial y diferenciador: el toro. Además de aportar su empeño, su trabajo,
su historia, su patrimonio y miles de veces la otra mejilla. Entre esos ganaderos fluye la relación por cuestión de admiraciones, de circunstancias concretas y simpatía personal (que todos tenemos nuestro mercado...)
En nuestro pasar por estos saraos, hace
unos años ya, conocimos a un señor del campo bravo, ganadero de postín por buen
nombre Jaime, según se define a si mismo "uno de los chicos de los
Guardiola, que veía tentar, torear, criar... toros bravos a mis hermanos
mayores cuando todavía se me caían los mocos". Todo el mundo del toro sabe
que es un hombre de siempre, de apellido imprescindible, de carácter recto y
bondadoso como una garrocha en reposo y de trayectoria irreprochable en la vida
y en el toro.
Ni la vida ni el toro han tratado bien en
los últimos tiempos a este hombre que se aleja del tópico de señorito andaluz.
Licenciado por Deusto, trabajador incansable, de sencillez en el trato y
humanidad desbordante.
La amabilidad sin cuento de Jaime
Guardiola, su hombría de bien sin imposturas y el sitio que nos sabe dar, más
que por nuestros merecimientos, por ese señorío grande que sólo puede nacer de
la altura moral de los privilegiados, nos han hecho aprender a apreciarlo como
uno de los grandes por su humanidad y por sus conceptos.
Del mismo modo que los chavales piden
tentaderos, los maletillas de esto de contar cosas de toros pedimos
"reportajes", aunque sea "de tapìa". Se lo habíamos pedido
a don Jaime en varias ocasiones. El pasado jueves a mediodía se ilumina la
pantalla de ese aparato infernal "Jaime Guardiola" me anuncia. Descuelgo y:
- "Javier, el domingo tengo una cosa
bonita en el campo, con un chiquillo de tu tierra, te espero, y te vienes con
quien quieras, tráete a tu cuñada"
En medio de la importancia que uno le da a
que una casa grande le invite a sus pagos, no me dejo de sorprender por la
invitación expresa de mi cuñada. Dos cuñadas me ha regalado el señor. A saber. La
mujer de mi hermano es anestesista en Madrid y toda su relación con el toro es
una propuesta laboral que tuvo para prestar sus servicios médicos en diversas
plazas del Valle del Terror que descartó de forma compulsiva. La hermana de mi
mujer regenta una quincallería en Moguer, y poca afición demuestra pese a mi
interés.
Conociendo la guasa que gasta el ganadero
y esperando el revolcón, me entrrego a morir que es ley, y no me queda más remedio que preguntar:
- ¿Mi cuñada Jaime? ¿Cual? ¿Hemos
coincidido alguna vez?
La respuesta es un tratado de tauromaquia
ganadera
- Mira Javier, piensa cuantas
oportunidades va a tener tu cuñada o cualquier persona del mundo de estar en El
Toruño y compartir un día con nosotros. Es una ocasión única. Tráete a quien
quieras, vais a disfrutar.
Por cierto ninguna de mis cuñadas, que
ambas son muy discretas, fueron. Que conste. Ellas se lo perdieron. Ustedes lo
disfrutaran en forma de reportaje en este mismo medio en unos días.
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