El pasado sábado, a las intempestivas siete de la mañana, salió
de Sevilla una excursión con destino a la dehesa La Torre de San Juan del Puerto.
Veinte chiquillos que sueñan ser toreros, un puñado de amigos, fiambreras con
filetes empanados y tortilla de patatas. Brillaba en sus ojos la ilusión por la A-49 cuando rompía a amanecer
entre luces y nubes que parecían venir en son de paz.
A las ordenes de Curro Camacho, de Pepe, de Portillo, habían vendido papeletas, habían pedido en los
negocios del barrio, todos a una, para poder sufragar los gastos.
En cada vaca salían tres chavales, con sus torpezas, sus
miedos y sus ganas. Resolvieron con buen son, disfrutaron, se llevaron a casa sus revolcones y sus naturales, los sueños y la experiencia enriquecen sus humildes
fundones. Seis vacas ocuparon la mañana, todos apuntaron ganas de
hacerlas cosas bien, unos debutaban ante pitones con una becerra detrás, otros
limaban detalles, todos se sintieron toreros.
No participan en el certamen de Canal Sur por que están lejos
del poder, no tienen detrás un veedor de toreros cada tarde de entreno en Amate,
no tienen más fuerza que su fe, aprendieron a vivir lejos de la subvenciones y eso les llevo al terreno de la pureza.
Al final, aportaron cada uno las viandas, unos más generosos
que otros aunque el hambre era la misma.
Esto es grandeza, no se cuantos de ellos serán matadores de
toros, pero gentes con buen concepto de la vida y del toro, lo son ya todos. Enhorabuena
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