Por que a estas horas de la madrugada no puede mi alma torera dejar de soñar que mañana a lo mejor el Fino vuelve a torear como sólo él puede hacerlo.
Por que a lo mejor esta noche Morante se trae el capote desde Sevilla, plegadito, mágico, con diez verónicas dentro y decide cuajar a un toro de principio a fin con la seda de sus muñecas toreras y Madrid lo entiende y se forma el alboroto histórico.
Por que se, para esto no hay que soñar, que Miguel Ángel Perera saldrá a Las Ventas con su concepto innegociable, de mano baja, muleta en los hocicos siempre, trazo largo y sus ganas de buscar su sitio en el olimpo de los toreros grandes.
Y por que el criador de toros que tanto sabe de esto, Borja Domecq, sueña que en Madrid le espera la gloria de una terna a la que quiere ver triunfar, sólo para sentirse íntimo protagonista de un concepto bravo de la cría de toros de lidia.
Y por que Madrid, que sabe tener la crueldad de un dios menor, se privilegia con la grandeza de un amanecer de invierno, que cuando rompe, todo lo ilumina y no se puede tapar
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