Cuestión de suerte
El que la tiene la tiene y a quien Dios se la de que, San
Pedro se la bendiga, que dijo el loco Quijano. De la suerte hablamos. Lo de El Cid con los sorteos ya no es
cuestión de suerte, es lo
siguiente. Los dos toros más potables del encierro los
enlota siempre y por defecto el de Salteras.
Luego, a lo mejor la suerte
tiene vericuetos y renglones torcidos, si al bueno de Manuel Jesús le corresponde el lote de Perera, hubiera podido salir
con mejor son de la tarde. Es tan grande y tan buen hombre que no se tapa ni
tapa al toro. A ambos toros, el de Daniel Ruiz que abrió plaza y al de Parladé que hacía de cuarto, los lució,
pero luego no supo cuajarlos.
Lo de Perera es la otra cara de la moneda, no sólo no le ha
servido ni un pitón de los ocho lidiados, es que no le han consentido ni
siquiera el arrimón o el arriesgar más de la cuenta. Es que además ha tenido mala suerte con la espada y la peor del
mundo con el descabello.
Ha tenido suerte Perera con el presidente que ha sabido
contemporizar con los avisos. No se merece este torero un toro al corral.
También ha sabido el señor del palo mirar para otro lado para cambiar el tercio de banderillas, hasta el mismo Carretero, uno de los más grandes, se
las vio y de las deseó para dejar los palos arriba. Alcalareño los puso cojeando,
y se desmonteró.
Para suerte la
que tuvieron todos los habitantes del callejón y aledaños cuando en el quinto
de la tarde salió volando el descabello, rebotó en tablas interiores y volvió a
la plaza como un misil y sin dañar a nadie.
Dicen que el amarillo es el color de la mala suerte desde que Moliere (aquel con nombre de torero, Juan Bautista, Poquelín) muriese con ese color en el escenario. ¿El
vestido de torear de Fortés era caña?
Pues casi que no ¿Canela? Pues mire usted, tampoco. No era muy lejano al
amarillo, digo yo. El sastre tendrá algún nombre pintoresco, seguro, más fino
menos expresivo que una vecina de localidad que me decía que era “caca de pollo”,
no lo veo, caca de pollo y azabache
Llegamos corriéndonos al Hotel Adriano a redactar
muestra crónica y nos topamos con una mesa de diez personas leyendo y
esgrimiendo en voz alta nuestro “toro a
toro” de Burladero. La suerte fue
que estaban de acuerdo con lo expuesto. Lo contrario hubiera sido desagradable. El género humano no está genéticamente genéticamente
para la crítica
Mala suerte la de
Jiménez Fortes, tenía en el esportón una oreja del parladé guapo que cerraba el
festejo. Se tiró a matarlo de verdad y la espada cayó contraria, tendida y sin
muerte, todo quedó en una ovación.
De toda la vida en esta tierra de María Santísima la suerte ha sido la” potra”, el asesor
veterinario que hoy ejercía en La Maestranza se llama Miguel Criado ¿Les suena? Eso es ,,,, el hijo de El Potra, el almonteño es considerado
uno de los mejores veedores de todos los
tiempos.
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