Han pasado más de tres lustros desde que Gerardo
Ortega asumió el relevo familiar y comenzó a tomar decisiones propias en
“Los Llanos”. En la finca onubense en la que vive desde hace treinta
años y en la que quiere morirse, no quedan vestigios de aquel toro
“marquesón”, grande y ofensivo que defendía su padre, don José. Aquí
ahora se impone la armonía en las hechuras y la calidad en las ideas de
unos animales por cuyas venas fluye la mejor sangre domecq vía Algarra,
Juan Pedro y Guateles. Gerardo ha dotado a su divisa de un sello propio
y, a tenor de los resultados, llevaba razón. Son los toros de Gerardo,
sin duda toros de autor.
“El toro sin bravura no puede tirar para adelante, es el fondo del todo y su mayor virtud. Y la única manera de que el toro sea bravo es que su familia sea muy brava”
“Quiero pasar por este mundo fiel a los valores que me han inculcado, mantener una casa y ser un buen relevo. Eso es lo que más me llena, que cuando me llegue la hora pueda echar la vista atrás y pensar que he hecho las cosas bien y he sorteado las piedras que surgieron en el camino”
“La obligación del ganadero es que el toro embista para que propicie un espectáculo. Para ello, es mucho más fácil que lo consiga un toro bien hecho que otro que no lo sea”
Lea la entrevista completa en su revista APLAUSOS
“El toro sin bravura no puede tirar para adelante, es el fondo del todo y su mayor virtud. Y la única manera de que el toro sea bravo es que su familia sea muy brava”
“Quiero pasar por este mundo fiel a los valores que me han inculcado, mantener una casa y ser un buen relevo. Eso es lo que más me llena, que cuando me llegue la hora pueda echar la vista atrás y pensar que he hecho las cosas bien y he sorteado las piedras que surgieron en el camino”
“La obligación del ganadero es que el toro embista para que propicie un espectáculo. Para ello, es mucho más fácil que lo consiga un toro bien hecho que otro que no lo sea”
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