Me regala un buen amigo de mi hijo Manuel la fotografía de estudio de la izquierda y se me viene a la mente la de la derecha.
Ambas derrochan torería. Y ahora me explico que otros ni vestidos de grana y oro delante de un toro me recuerden a nada que sepa a torero.
Esta dinastía siempre ha estado injustamente tratada por el taurinismo. Sólo los muy cabales te los nombran entre los toreros grandes.
Siendo unos niños los hijos del Papa Negro, Manolo y Pepe fueron a Nueva York allá por el 27. Torearon corridas incruentas, no se si de búfalos, de novillos mejicanos o moruchos o mediacasta americanos.
Salieron a hombros de un tío grande, el púgil español Paulino Uzcudun
Y pasearon con esta gracia y torería por las avenidas de New York.
Cuando acababa esta historieta Antonio Pineda me hace llegar esta maravilla de una crónica de Ignacio Sánches Mejias recabada por Rafa Cabrera. Mis admirativos saludos a ambos.
"Son dos toreros a los que sólo les falta ser hombres, y lo son como son Reyes los hijos de los Reyes por sucesión, por derecho dinástico. Su padre, ese hombre tan bueno que en la opulencia repartía entre los pobres lo que le sobraba y en la pobreza siguió repartiendo a los pobres lo que a él mismo le hacia falta ha conseguido que toreen..."
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