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lunes, 25 de agosto de 2014

Crónica de Santa Olalla del Cala por Älvaro Pastor Torres. Todos contentos


Plaza de toros de Santa Olalla del Cala (Huelva). Domingo 24 de agosto de 2014. Novillada con picadores de feria. Más de media entrada en tarde calurosa. Superior brega de Chamaqui al 2º. Buen puyazo de Manolo Cid al 4º donde saludaron tras parear Joselito Rus y Jaime Padilla. Los tres novilleros y el mayoral salieron a hombros.
Seis novillos de Hermanos Domínguez Camacho, bien presentados y en general manejables, con matices. El mejor el 1º, noble y bravo. Muy castigado en varas el 2º que también se dejó. 3º, 4º y 5º buscaron antes o después las tablas. El 6º empezó descompuesto y se fue atemperando.
Lama de Góngora, de espuma de mar y oro: media tendida y estocada (oreja con fuerte petición de la segunda) y estocada un punto desprendida (dos orejas y rabo)
José Antonio Heredia, de azul pavo y oro: estocada casi entera (oreja) y pinchazo y estocada (oreja)
David de Miranda, de blanco y azabache: estocada algo caída de rápido efecto (dos orejas) y estocada (dos orejas y rabo)

TODOS CONTENTOS
Los tres novilleros y el mayoral a hombros por la añeja puerta de Sol de la centenaria plaza cuando la noche se había adueñado hacía ya un buen rato de la población serrana (y no es que los actuantes se pasaran de faena, antes al contrario, estuvieron de lo más comedidos en la duración de sus trastos, cosa que no es habitual, sino que el festejo empezó tardísimo). Nueve orejas y dos rabos para las estadísticas, algún trofeo gracia del magnánimo presidente. Un público que salió contento tras una entretenida tarde de toros con novilleros de distinto cuño pero siempre entregados y un ganado manejable, dicho en términos actuales. Y domingo de feria en Santa Olalla del Cala.
Lama de Góngora, cual Jano bifronte, mostró las dos caras, tan necesarias hoy para sobrevivir en la jungla de la fiesta: la de la paz, con esa torería y ese gusto que atesora el novillero del Arenal, y la de la guerra, digo, la de la garra, cuando su segundo se aquerenció en tablas y se dio un baño de cercanías y populismo. Un triunfo justo y merecido que en su fuero interno le puede servir mucho.
El jerezano José Antonio Heredia, el menos placeado de los actuantes, salvó la papeleta con mucho decoro. Aunque con altibajos, sus trasteos evidenciaron un poso de calidad. Manejó bien los aceros.

David de Miranda volvió a demostrar el tremendo valor seco, sin aspavientos ni muchas concesiones a la galería, que le está abriendo hueco pasito a paso en el difícil escalafón de la novillería. Muy centrado, queriéndolo hacer todo con mucha cadencia y pasándose los serios utreros muy cerca de la faja. Remató su solvente actuación con unos naturales de frente muy logrados.

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