La Raya o
Frontera es una línea imaginaria trazada por políticos que secularmente ha
venido dividendo a pueblos hermanos, dando origen a nuevas divisiones
político-administrativas que tiene que ser aceptadas y que las comunidades
rayanas no comprenden.
La plaza de
toros de la ermita de San Mamés está en el actual terminó de Rosal de la Frontera
(Huelva), muy próxima a la villa Verde de Ficalho, en el Alentejo portugués.
Nos tenemos
que remontar al siglo XIII, cuando las comunidades ganaderas del norte de
España (Logroño, Soria, Burgos, León, etc.) venían con sus ganados trashumantes
a estas tierras durante el invierno y parte de la primavera. Aquí comían sus
ganados en terrenos de Cortegana, y hasta aquí trajeron la devoción a la imagen
de San Mamés, que muy poco arraigo en los pueblos de la zona, hasta tal punto
que es el actual patrón de la villa de Aroche.
A estos pagos,
además de los ganaderos del norte, pacían otros del Ándevalo (Santa Bárbara,
Cabezas Rubias, El Cerro, etc.) y ganados de Portugal, sobre todo de Serpa.
La devoción al
santo fue aumentando y se pasó de tener la imagen del Santo de una cueva, a
finales del siglo XIII, a construirle su propia ermita y dotarla con un santero
y demás dependencias. Una vez construida la ermita, y dada la devoción al
mártir de Cesárea, se instaura una romería o festividad del Santo, como aparece
en el rico repertorio documental existente tanto en archivos españoles como
portugueses.
Los pastores,
en general gente joven con ganas de fiestas, fueron los promotores y
principales protagonista de las fiestas, peculiares estas, ya que tenían claros
elementos de la cultura norteñas, como eran las jotillas y las mascaradas,
portuguesas con participación y venta de dulces en soportales de la ermita y
andaluzas o serranas por estar la ermita en estos pagos.
La presencia
portuguesa está patente desde el comienzo de la construcción de la ermita, la
estancia de ganados lusos pastando en la zona, la devoción al santo con
Mayordomos en Serpa, que se dedicaban durante todo el año a difundir el culto y
a preparar su festividad es prueba de ello.
Pero la
confraternidad de los pueblos rayanos va más allá, y es don Francisco de Melo,
caballero de las Casas primeras de reino de Portugal, Conde de Ficalho, quien
desde siempre y sobre todo a mediados del siglo XVIII quien sufraga la mayor
parte de las obras de mantenimiento de la ermita, y son albañiles portugueses,
como Francisco Lombo y Francisco Polvareda, los que las restauran en 1758, sin
contar las numerosas donaciones en espacies y objetos litúrgicos que
portugueses donan al santo.
En la
festividad de este, que dura tres días, se celebraba la santa misa con
importante sermón a cargo de un padre venido de Sevilla para la importante
función, se hacía procesión del santo que venía de Aroche, donde se había
celebrado el triduo en su honor, dándole tres vueltas al contorno de la ermita.
Durante esos días, en los porches se instalaban puestecillos de artesanía,
dulces, telas… Y donde los lugareños tenían la oportunidad de adquirir
productos que eran difíciles de obtener en otras épocas de año.
A la
festividad acudían vecinos de Aroche, Aldea del Gallego (Rosal de la Frontera),
Cortegana, Almonaster la Real, Galaroza, Santa Bárbara de Casa, Aldeia Nova de
San Bento y, sobre todo, Serpa, donde el santo tenía sus Mayordomos.
El coso de la Ermita de San Mamés
Próximo a la
ermita, en una pequeña explanada, al sur, se celebran los “juegos de toros”. El
coso era, junto a la Misa Mayor y el Sermón, el acontecimiento que mayor número
de personas acogía de las fiestas.
Era el momento
más esperado, a partir del cual los actos religiosos daban paso a los lúdicos,
entre ellos, la suelta de toros en el recinto del Coso.
Previamente se
había nombrado el Mayordomo de las Vacas que era el encargado de buscar su
equipo para organizar ese capítulo de las fiestas.
Su trabajo
consistía en la reparación de la empalizada y después Plaza de Toros
(albañiles, carpintero, herreros, etc.) para tenerla a punto para el día de
fiestas. Asimismo, la compra de los toros o recogida de los mismos, si eran de
limosna al santo, tenerlos en el toril, alimentarlos y manejarlos hasta el día
de la festividad. Tener la comida y agua para el ganado y los vaqueros. Hasta
1599, fecha de la construcción de la Plaza de Toros, los juegos de toros se
hacían en empalizadas que previamente el Mayordomo de Vacas y su equipo habían
ido recogiendo maderos y montando la empalizada y chiqueros para la fiesta.
Fue el 29 de
agosto de 1599 cuando queda reflejado en un documento la construcción de una
plaza de toros.
“En la Villa de Aroche, que es la tierra y
jurisdicción de la ciudad de Sevilla, en veintinueve días del mes de Agosto de
mil quinientos y noventa y nueve años, (…) demás que abaxo firmaron sus nombres
dixeron que por quanto ellos tienen comprado u Toro que les costó diez y nueve
ducados que ellos movidos de devoción del bien aventurado Sr. San Maméd para la
fiesta de su día vaya en aumento quieren dar el dicho toro que tienen comprado,
para que se gaste en hacer un Coso en el bien aventurado para que se puedan
lidiar toros el día de su fiesta dando licencia quien para ello la tiene y para
que esta obra se haga como tienen dicho nombrarvan y nombraron por mayordomo y
depositario del dicho toro y mandas que para el se le hicieren al Ldo. Juan
Parreño Mexia ansi mismo dueño del toro para que lo tenga en custodia y guarda
y gaste y distribuya el dicho toro en la dixha obra según y como mas bien visto
les fuere encargándole en todo la conciencia y quedad dado caso que no se pueda
hacer ahora sea porque no se quiera dar licencia para que se haga o por otra razón
qualquiere que fueren quieren y es su voluntad que ninguna Justicia Seglar ni
eclesiástica, ni Prior, ni Visador ni Mayordomo del Sr. S. Mamed por su propia
autoridad pueda pedirle cuenta al dicho
Ldo. Parreño sino fuere a pedimento de todos los dueños del dicho toro o la
mayor parte de ellos, porque asi quieren y es su voluntad (…).
Fernando
Vázquez, francisco Vázquez, Sebastián Márquez, Andrés Miguel, Juan Cid, Esteban
Gómez Masera y Bartolomé Rodríguez”.
El toro, a 41 reales
La Plaza o
coso de san Mamés recibió las oportunas licencias construyéndose en forma
cuadrada con un chiquero correspondiente y año tras año. Pentecostés tras
Pentecostés dando alegría a todos los asistentes a la festividad del Santo.
Así quedan
testimonios documentales como en 1771 costó 41 reales que fue de limosna,
vendiéndose después la carne y los pellejos en 190 reales, además se le compró
a Juan González, vecino del Cerro, otro toro en 510 maravedíes, ese mismo año
se pagaron 24 maravedíes de llevar los maderos para las barreras y devolverlos
después a sus dueños, pagándose además 97 maravedíes del gasto de fritos,
comida y vino para los vaqueros, también se pagaron 12 maravedíes a José Lara
por pesar la carne, más 8 de impuesto de Alcabala.
La comunión de
españoles y lusos en la festividad del Santo fue cita anual en Pentecostés
hasta factores como la desaparición del Real y honrado Concejo de la Mesta en
1835 y la ruina de la ermita, junto con la aparición de la nueva población del
Rosal de Cristina a la que pertenecerían estos terrenos, hicieron que la imagen
del Santo fuese trasladada a Aroche y la ermita y plaza de toros cayesen en la
ruina total, situación en la que actualmente se encuentra.
En la
actualidad, el Coso o Plaza de Toros de la ermita de San Mamés sería la más
antigua del mundo, seguida de la ermita de Santa Eulalia en Almonaster la Real,
de 1608, la plaza de las Virtudes de Santa Cruz de Múdela (Ciudad Real) de
1641, y la de Campofrío en Huelva, de 1717.
Texto: Antonio Rodríguez Guillen “Chamizo”
Centro de Investigación: Memoria e Historia de la Sierra.
Fotografías: Ayto. Almonaster la Real.
Revista: infonubex
www.infonubex.es
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