viernes, 1 de noviembre de 2013

El Descubridor de Toreros. El factor D. "Pa haberme matao"

El día que decidí quien era el figura entre José María Manzanares y Eduardo Gallo. Zalamea la Real 8 de Septiembre de 2006
Una de las características de todo buen aficionado es saber apreciar las cualidades de uno que empieza. Sirva de ejemplo como contábamos que Vicente Zabala y Joaquín Vidal supieron ver los mimbres de un tal José Tomás ROMÁM, el día de su debut en público, casi de noche, nevando y tras seis reses previas  Lo cómodo era irse, o taparse y ambos se mojaron ( y de nieve que jode más)


No es fácil ver un torero detrás de un hombre que empieza a torear, hay que saber de que va esto para adivinar condiciones  tras la lógica falta de oficio, o, lo que es peor, tras el excesivo oficio de algunos novilleros sin caballos que llevan toreando desde antes de echar los dientes.

No se trata sólo de ver como torea, sino de donde está su límite, del valor que atesora, de la personalidad de su toreo, de la vulgaridad de sus formas, del carácter que gasta...

Ante la ocasión, que puede ser una sin caballos o una corrida en San Isido, hay quien toma una postura cómoda de callar pragmático, no mojarse mucho y esperar que el tiempo separe el agua del aceite. Cobardes.

Una segunda postura es la autosuficiencia del negacionismo. Para algún enterado, por norma ningún chaval vale. Ese negativismo aporta un aparente prestigio  Además por un mera razón de estadística, aciertan en el 99 por ciento. Siempre además queda el recurso de alegar cuando el torero rompe, "lo que ha mejorado este chaval". Estúpidos.

Luego vengo yo, veo un chaval, me gusta, me emociona, y ese es torero. Dos días después, el hombre está en su casa. Es fácil para mi confundir arrebato con valor, arte con amaneramiento, quietud con no tener valor ni para moverse.

No suelo mandar a nadie a los albañiles, ahora menos que nunca, habida cuenta de como esta el sector de los paletas. Pero si he indicado a una docena de aspirantes que según mi leal saber y entender, Dios no los había llamado por el camino del arte de Ordóñez. Suelo acertar, repito que es fácil por cuestión de estadística. Pero no está dedicada está entrada a glosar mis aciertos, lo cual no tendría gracia y tendría poco recorrido, aunque otro día que ande bajo de amor propio lo haré para alimentar mi ego.

Nos acordaremos hoy de una corrida que presencie en Zalamea la Real, año 2006, un encierro de Guadalmena, bueno, creo recordar que algún toro de vuelta al ruedo. Davila, Manzanares y Gallo en el cartel. El sevillano era ya un torero conocido, Los otros dos eran los que ponían a prueba el factor D (descubridor).

Pues mi sentido me hizo plantear en mi crónica en Odiel Información  que de los dos noveles, Manzanares era un torero "que torea por su apodo, ligerito, corto de valor, adocenado repertorio y con cierto buen gusto que queda diluido por sus evidentes defectos" además hablaba de su mal carácter (creo recordar que le vi algún gesto con su cuadrilla).

De Gallo me atreví a pronosticar "un torero de grandes plazas, valiente sin golpes de pecho, con formas clásicas y cierta frescura juvenil, maneja el capote con virtuosismo extraño en esta época". Seguía yo mismo conmigo"El futuro es suyo y pronto lo veremos ocupando el lugar que los torero salmantinos han ocupado siempre en el escalafón, Viti, Capea Robles....

No se si tengo que decir nada más. Vosotros me podéis calificar como queráis, os doy ideas
" Chaman, adivino, agorero, predíctor, sabihondo,  augur, oráculo, clarividente, auríspice"

Por cierto yo soy muy mío y mucho burro, pero sigo pensando que tenía parte de razón. Ya saben, mis acendientes baturros me otorgan cierta terquedad. No me lo tengan en cuenta

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