Barquerito, Colpisa
El último de los cuadris, sexto de festejo, tomó engaño de salida por los vuelos y por abajo, con alegría, se arrancó al galope a la primera vara y a la segunda también, cortó en banderillas –uno de los sellos de marca del toro tipo de los Cuadri- y se empleó en la muleta con rigor, ritmo, entrega, generosidad y encastada nobleza. Por la mano izquierda el toro tuvo particular buen son. El brío por la derecha tuvo su punto turbulento. Tal vez sangró en varas el toro menos de lo debido.
Foto Lucas Sanz Burladero |
Estuvo muy bravo Luis Bolívar: fino con el capote –lances ajustados hasta la boca de riego después del alarde de una larga cambiada de rodillas en tablas- y puesto y templado con la muleta. De rayas afuera, sin siquiera tanteos, una faena firme y precisa, ni corta ni larga, segura pero no descarada, cumbre en dos tandas con la mano izquierda de particular sosiego y gran ajuste. La prontitud del toro, la constancia de sus ataques, su manera de humillar y repetir, todo eso fue festín para el torero de Cali, que acertó con la espada al primer ataque pero para cobrar estocada caída. Se pidió tímidamente el indulto del toro –vuelta merecida en el arrastre- y se pidió también una segunda oreja de premio. Gran toro. Se llamaba Comino. Más en Santa Coloma que en Urcola. Largo y estrecho. Palas cenicientas, pitones negros, recogido de cuerna. Bello de verdad. El mejor de la feria.
COPE
El primer "cuadri" de Bólivar, lejos de ser áspero y difícil, fue más bien un toro insulso que aportó poco y con el que el colombiano tampoco anduvo lo que se dice inspirado. Faena, por tanto, sin historia.
En el sexto remontó la tarde por la extraordinaria bravura, nobleza, clase y transmisión que tuvo el "cuadri", que puso fin a la feria. Un toro de bandera en todos los sentidos. Y también gran Bolívar, que lo entendió a la perfección desde el principio para estructurar una labor compacta, rotunda y cargada de emoción.
Toreo de mando y poderío, temple y hondura, todo por abajo y perfectamente hilvanado. El toro respondió a cada envite del colombiano, que por momentos toreó a placer. Importante faena de Bolívar que agarró una buena estocada. La gente pidió el doble trofeo, pero el presidente otorgó sólo uno, aunque sí concedió la vuelta al ruedo en el arrastre al gran toro de Cuadri.
Burladero
" un espectáculo la embestida por fijeza, alegría, humillación, calidad, repetición e importancia a la que Bolívar da réplica con temple, mando, largura y ñigazón. Dos tandas al natural resultan de gran calidad. Se entrega a la hora de matar, estocada y oreja con fuerte petición de la segunda y vuelta al ruedo de tan bravo ejemplar"
Acapachado, pitón negro y astifino el primer Cuadri. Con pies y embestida rebrincada toma el capoteBolívar. Una primera vara al paso y sin pelear. Una segunda vara a un toro desentendido y distraído que no quiere caballo. Espera en banderillas. Toro en la muleta tarde, se lo piensa, cuando arranca toma tres seguidos de medio recorrido y cara a media altura. Se muestra Bolívar esforzado, afanoso y correcto, pero el poco fondo del toro hacen coger la espada al torero contrariado. Media y una seria de descabellos dejan al toro para las mulillas.
Mundotoro
Luis Bolívar ha sido el único en cortar un trofeo en el festejo que cerraba la Feria de la Magdalena de este año. Bolívarpechó con un gran toro de Cuadri, uno de los más importantes de la Feria sin duda, que permitió al colombiano componer una faena de importancia por ambos pitones y que fue premiado al a postre con la vuelta al ruedo en el arrastre. Por su parte Rafaelillo dio una vuelta al ruedo tras pasaportar al cuarto de la tarde, un toro de Miura de 662 kg de peso y de mucha complicación. Uceda Leal no tuvo fortuna con los de Victorino aunque fue ovacionado en ambas faenas.
Luis Bolívar cortó una oreja del que cerró plaza, un toro de Cuadri de gran condición y bravura que llegó hasta tres veces al caballo. El colombiano supo aprovechar las virtudes del animal y lo llevó largo por ambos pitones en una faena que llegó mucho al público que finalmente premió su labor con una oreja. No tuvo fortuna ante el tercero, un toro de Cuadri que pronto se agarró al piso y que no tuvo recorrido ni posibilidades para que el colombiano se pudiese lucir. Después de marrar con los aceros, su labor fue silenciada
Cultoro
Cultoro
Y torean los toreros cuando sale el toro, el de verdad, el que no miente en los petos ni necesita que lo defiendan, porque llega con entrega y se marcha con dignidad. Fue ese toro el sexto, el que eximía a Cuadri del mármol de seis quintales que había echado tercero, porque cuando embiste el toro –alabado sea el cielo- se olvida la mediocridad. Y no hace falta kilométrico pitón ni espectacular estampa. Solo humillación, recorrido, clase y entrega. De todo tuvo ese sexto toro desde que abrochó Bolívar las verónicas con la media. Incluso fijeza y empleo en un peto que visitó desde lejos para quedarse a empujar. Con fe, con franqueza, con la cara debajo del jaco.
Por eso le dio Bolívar la distancia a la mano diestra. Y se vino el Cuadri sin protestar, ofendiendo en la lejanía para ralentizarse en el embroque cuando recogía Luis, a pie firme, la boyantía de fija entrega. Y la suya le dio el colombiano a la muleta plana, al giro sobre el talón, al trapo puesto y al vaciado crecedor que le hacía sentirse. Se sentía porque es torero. Porque fue generoso para enseñar y manirroto para no guardarse nada. Ni suyo, ni del toro, que se fue a destazar en vuelta al ruedo mientras el que ocupaba el palco contaba los minutos para irse con los amigos a celebrar que los papeles hablarán de él. No habló Bolívar con su oreja en la mano. Simplemente, porque es torero.
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