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lunes, 1 de octubre de 2012
Pachuca, Zotoluco y Sánchez, dos orejas, Ponce de vacio
FICHA DE FESTEJO
Domingo 30 de septiembre. Plaza de toros Vicente Segura de Pachuca, Hidalgo. Primera corrida de feria. Lleno.
Toros de Arroyo Zarco, de poco juego y que se aplomaron pronto, excepto el cuarto que fue muy bueno y fue premiado con palmas en el arrastre.
Eulalio López “Zotoluco”: silencio y dos orejas.
Enrique Ponce: silencio y ovación.
Juan Pablo Sánchez: palmas y dos orejas.
Lleno y buena actuación aunque sin orejas por el acero en Pachuca
Enrique Ponce ha vuelto a evidenciar su poder de convocatoria en las plazas de México. Como sucedió en Zacatecas y en Querétaro, al reclamo de su nombre en el cartel, la afición de diversas latitudes se volcó a las taquillas, ahora durante la inauguración de la feria de Pachuca, Hidalgo, donde el diestro valenciano ha desplegado una tauromaquia cuajada de entrega, de capacidad, de matices y de variedad, a pesar de haber perdido las orejas de sus toros por no haber estado rotundo con el acero. Eso le hizo retirarse de plaza sin trofeos pero con el reconocimiento de la afición que le hizo saber una vez más que es uno de los toreros españoles predilectos en tierras mexicanas.
Ponce estuvo en gran figura toda la tarde. El segundo de Arroyo Zarco fue bajo de raza y terminó por aplomarse muy pronto, por lo que al ser lidiado de manera impecable, Enrique prácticamente se inventó un faena en base de su insistencia para hacerle embestir, aunque por momentos las arrancadas del toro se antojaban imposibles. Sin embargo, ahí estaba la voluntad de hierro del torero que con su muleta privilegiada le arrancó hasta el último de los pases al astado.
Tras los mecidos lances de recibo, el diestro español evitó que decayera el interés de la faena ante la nula cooperación de su enemigo. En la muleta, el toro se tornó incómodo ya que punteaba al final de cada muletazo, a pesar de lo cual, el trasteo no tuvo fisuras y en éste brillaron los pases desmayados. Desafortunadamente cuando más disfrutaban el torero y el público, el burel se aplomó y terminó parado. Por ende fue complicado matarlo, lo cual aconteció tras un pinchazo hondo y un golpe de descabello que le robó de las manos al coleta valenciano un merecido triunfo.
El quinto fue un toro que no terminó de entregarse y siempre embistió con la cara alta. Enrique Ponce mantuvo el nivel de la faena desde las tersas verónicas con las que saludó al ejemplar de Arroyo Zarco que era alto, serio, hondo y bien armado. La labor muleteril requirió un esfuerzo titánico, ya que debió sobar mucho al astado en una labor con desgaste físico y mental para descifrar cada acometida. Logró series de pases a media altura, con un impecable manejo de la distancia y del temple que además estuvieron presididas por la clase y dieron por resultado una labor que emocionó a al público.
Tanto fue así que desde el tendido alto, en un hecho pocas veces visto es estas tierras, un hombre se arrancó a cantar para acompañar la labor del torero de Chiva, como sucede en España, pero con el sabor tan mexicano de la estrofa del tema de Agustín Lara: "¡Cuando toreas, no cambio por un trono mi barrera de sol!".
Había sido una faena de calidad, merecedora de dos orejas con fuerza, pero Ponce, tras despachar al toro, que se puso complicado para matar, sólo saludó en el tercio y no quiso dar vuelta al ruedo que le indicaba el juez de plaza.
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