Vicente Parra Roldán
La festividad del Corpus Christi de hace cuarenta años se
celebró el día 1 de junio y, como era habitual en aquella época, hubo festejo
taurino en nuestra ciudad, por lo que la Monumental Plaza de toros abrió sus
puertas para una corrida en la que se lidiaron astados de Soto de la Fuente por
parte de Julián García, Marcelino y el francés Roberto Piles.
No
fue muy amplia la presencia de espectadores en los amplios graderíos, por lo
que los tendidos se cubrieron casi en su mitad, más de seis mil personas.
Las
reses sevillanas no tuvieron clase pero si sosería aunque se dejaron torear.
Acudieron con prontitud a los caballos y ni se dolieron del castigo ni abrieron
la boca en el tercio final. Además, tuvieron una buena presentación.
El
valenciano Julián García había caído bien a los onubenses y, en su equipo,
figuraba el choquero Aurelio Díaz Muñoz, sobrino del popular sacerdote don José
Muñoz, a quien brindó su primera actuación. Además, era un torero populista y
contactaba rápidamente con los tendidos, por lo que, nada más abrirse de capa,
con sus verónicas, chicuelinas y largas se empezó a ganar los aplausos de los
tendidos. Inició su faena de muleta con el pase del reclinatorio que no le
salió bien, pero siguió dando numerosos pases antes de dejar de pinchazo y
estocada, dando una triunfal vuelta al ruedo tras negarle la presidencia el
trofeo, que si obtendría en el cuarto, tras una actuación similar, que concluyó
de una estocada en todo lo alto.
Marcelino
Librero se lució al torear de capote a sus dos oponentes. Destacó con su
primero al que le realizó un trasteo lleno de arte y clase, en el que lo más
sobresaliente fue una serie de ayudados por bajo, por lo que al estar atinado a
la hora de matar cortó una oreja en el segundo de la tarde. También tuvo una
buena actuación en el quinto, donde pecó un poco de encimismo, y estuvo
afortunado a la hora de matar, y, al no concederse el trofeo solicitado por los
espectadores, dio una triunfal vuelta al ruedo.
Cerró
el cartel el francés Roberto Piles que pasó desapercibido y demostró estar aún
verde. Banderilleó a sus dos oponentes con prontitud y facultades. Ambos
trasteos con la muleta fueron movidos y les faltó templanza. Mató con eficacia
y rapidez, siendo ovacionado al término de cada una de sus actuaciones en este
festejo que no fue todo lo triunfal que se esperaba en las vísperas y con el
que se abrió la temporada en la capital onubense.
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