COPE, Sixto Naranjo
Una descastada corrida de Juan Pedro Domecq echó por tierra las ilusiones de una tarde en la que sólo hubo detalles de Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y el confirmante azteca Juan Pablo Sánchez.
Madrid, miércoles 23 de mayo de 2012. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación, faltos de remate en su mayoría. Bajos de casta y duración. Morante de la Puebla, pitos y división tras aviso. Alejandro Talavante, palmas y silencio. Juan Pablo Sánchez, palmas en ambos.
Cuando se echó sobre el ruedo venteño el sexto toro en medio de la faena de Juan Pablo Sánchez, a nadie le extraño. La normalidad en forma de aburrimiento y descastamiento vivida en esta feria, tras el interesante encierro de Alcurrucén jugado este martes, se había vuelto a adueñar desde hacía muchos minutos de Las Ventas. Era la confirmación del desastre ganadero propiciado por un desfondado encierro de Juan Pedro Domecq. Toros de desigual remate, con tres toros, los tres primeros, de muy escaso remate que se taparon por sus puntas. Tres más cuajados saltaron en los últimos lugares. Pero todos cortados por el mismo patrón de su falta de chispa y duración.
Es el problema del medio toro en Madrid. No sirve. Ni para el ganadero, ni para el torero, ni principalmente para el paciente público madrileño que se está tragando una feria de aupa. Lo de Juan Pedro no funcionó este miércoles de principio a fin. Quizá el cuarto, algo informal en su embestida y sin humillar, pero con intención de seguir las telas de Morante, fue el único que medio regaló alguna embestida aprovechable.
Y ello sirvió para ver a Morante cuajar dos tandas con enjundia. Las dos a derechas. Sin rectificar, dejando la muleta en la cara y tirando de la embestida del toro. Y después, un trincherazo roto y profundo. Pero hasta ahí llegó el espejismo del toreo. Por la izquierda el toro se violentaba y se acabó frenando. Mal con la espada, Morante antes, en su primer, abrevió tras quitarle las moscas por la cara a un toro sin remate, brío ni motor. Después, en el sexto, en su turno de quites, el de La Puebla dejó dos verónicas y una media para el perdón.
Alejandro Talavante, muy centrado durante toda la tarde, tuvo delante en primer lugar un animal muy justito de todo. Inició por estatuarios la faena para después trenzar una tanda a derechas ligada a un cambio por la espalda para terminar al natural. Después, otra más de idéntica resolución más reunida y conseguida. Con el toro a menos, la labor del extremeño fue perdiendo en intensidad y eco en los tendidos.
El quinto, terciadito y lavadito de cara, nunca se desplazó y tendió a echar la cara arriba siempre. Talavante sumó muchos pases, la mayoría sin sentimiento, en un afán por sumar que no tuvo recompensa final.
Confirmó el mexicano Juan Pablo Sánchez sin mucha suerte. El toro de la alternativa fue un inválido absoluto que debió ser devuelto a corrales. Lo mejor, sin duda, el contundente volapié, perfecto de ejecución y colocación.
Sólo en el sexto pudo sacar a relucir su concepto de toreo al natural Juan Pablo Sánchez. Sin ligar, por el escaso fondo del toro de Juan Pedro, el azteca dibujó una entonada tanda de pases de largo trazo y templada resolución. Se amontonó después manejando la diestra, pero el toro se echó fruto de su vacía alma interior. De nuevo manejó con contundencia el estoque.
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