Publicamos en cinco entregas, esta es la tercera la lección magistral de Francisco Tuduri Esnal
(Abogado y Presidente de la Plaza de toros de San Sebastián)
Cuando la Presidencia en prácticamente la totalidad de las plazas de primera o segunda categoría estaba encomendada a funcionarios del Cuerpo Superior de Policía, era la propia Dirección General de Policía la que se encargaba de realizar los correspondientes cursos para presidentes y delegados. Esto es, los Presidentes que provienen de este Cuerpo ejercen su labor debidamente capacitados, no sucedía así en el caso de los alcaldes y concejales, sobre todo en las plazas de tercera que al no estar formados estaban un tanto a merced de las opiniones de los asesores generalmente profesionales retirados que evidentemente "barrían para casa" dicho sea utilizando el dicho popular.
Con la incorporación de otras personas, normalmente aficionados de "reconocida competencia" como rezan algunos reglamentos, se amplía la nómina de personas en los palcos sin una formación contrastada aunque no hay duda de que prácticamente todos han sido nombrados por tener un nivel de conocimientos como aficionados cierto y contrastable, aunque también se han dado casos de presidentes que han adquirido esa formación por su práctica en el palco.
Es pues, absolutamente necesario que todos los presidentes del futuro tengan un nivel de conocimientos, perfectamente contrastados en una acción formativa.
Si vamos hacia una presidencia formada y con una titulación universitaria, la figura del asesor no deja de ser un auténtico contrasentido. ¿Tiene lógica que un presidente titulado tenga que tener a su lado un asesor artístico-taurino como si fuera el concejal de un pueblo que no ha visto jamás una corrida de toros? Evidentemente no. El asesor veterinario es absolutamente necesario porque pueden plantearse respecto a los toros diversas cuestiones sanitarias o funcionales, pero el artístico sobra. Sin embargo la propia experiencia de nueve años ocupando un palco me dice que al final se termina haciendo un equipo aunque el responsable de las decisiones sea solamente uno, y que en determinados momentos en el que hay que tomar una decisión inmediata y con la presión del público es conveniente y hasta necesario oír la opinión de otras personas. Por ello yo preconizo que debe de mantenerse la estructura tripartita del palco sustituyendo al asesor artístico por un representante de los profesionales designado y a costa de la empresa. De esta manera también los profesionales dejarían oír su voz en el palco, aunque su decisión -como la del veterinario- no fuera vinculante.
2,- Profesionalidad.
Dado que ya peinamos canas, y que sin duda cuando pudiera ser realidad el modelo presidencial del futuro que preconizo ya no seré presidente de una plaza de toros, ello me da completa libertad para hablar sin timidez ni complejos sobre este tema: el presidente del futuro debe de ser un profesional encuadrado en su correspondiente Colegio de Presidentes. Cuando utilizo la palabra "profesional" no quiero decir que tenga que ser una persona que haga de su profesión o modus vivendi el ser Presidente de una plaza de toros, sino que el término lo utilizo en el sentido más amplio, de una persona que ejerce este cargo con cierta habitualidad, capacidad y rigor, aunque en su vida habitual tenga otra profesión.
Es triste pero hay que reconocer que el mundo del fútbol nos da algunas lecciones. Exactamente igual que los arbitros de fútbol están encuadrados en un Colegio de Arbitros, los Presidentes de plazas de toros deberían estarlo en uno de presidentes. El asunto es tan elemental que no sé porqué no se ha puesto en marcha ya hace años. Los propios taurinos profesionales tendrían que haberlo promovido, porque una organización presidencial formada y colegiada es la mayor garantía de ecuanimidad e independencia.
El futuro Colegio de Presidentes, tendría que suscribir con las Comunidades Autónomas o los organismos que en el futuro sean competentes en materia taurinas los correspondientes Convenios de Colaboración para que el nombramiento de Presidentes se realicen entre las personas que el propio Colegio proponga les comunique garantizando de esta manera la idoneidad para el ejercicio del cargo.
Evidentemente todo aquel que desee pertenecer al Colegio de Presidentes deberá estar en posesión del título de la UNED o de otro de similar rango que se estableciera en un futuro.
Dicho lo anterior ha de abordarse un tema fundamental. No es lógico que en un espectáculo en el que cobran todos, absolutamente todos, hasta los encargados de visualizar el entusiasmo popular sacando en hombros a los toreros, sean los presidentes los únicos que desempeñen su función totalmente gratis. No es momento de discutir ni señalar el quantum, pero que un cargo de tan alta responsabilidad y complejidad deba de ser remunerado no ofrece ninguna duda. Evidentemente tal remuneración no ha de correr a cargo de la empresa organizadora del espectáculo sino por cuenta de la entidad gubernativa que le nombra.
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