Hace 30 años se celebró la última feria en la plaza Monumental
Don Verduguillo
El ciclo taurino de 1.981 pasó a la historia taurina onubense por ser el último que se celebró en la Plaza Monumental por cuanto unos meses después se detectaron ciertas anomalías en su estructura que, al no ser reparadas a tiempo ante la pasividad de su propietario, el Ayuntamiento, posibilitaron que al año siguiente ya no se pudieran dar espectáculos taurinos y se dejara morir un edificio emblemático de la ciudad al mismo tiempo que se disminuía el patrimonio municipal. Pero el edificio aguantó mucho años más y, hasta que las máquinas no acabaron con él, fue la vergüenza de quienes no supieron repararlo y posibilitar que Huelva tuviera una gran plaza de toros.
Aquella feria taurina estuvo compuesta por seis festejos, de los que tres fueron corridas, otro de rejones, una novillada sin picadores y un cómico que, a la postre, sería el último que se diera en dicha plaza Monumental.
La novillada sin picadores estuvo protagonizada por tres jóvenes onubenses que, por entonces, tenían buen cartel, como eran los casos de Francisco Ponce “Currito”, Manuel Suero “Batalla” y Emilio Silvera, quienes lidiaron astados de Abilio Hernández Jiménez. Currito paseó el anillo en su primero y saludó, tras aviso, en el cuarto; Batalla saludó en sus dos oponentes y Silvera, que vistió por vez primera el traje de luces, vio como su primero, tras los tres avisos, era devuelto a los corrales, siendo avisado y fuertemente ovacionado.
La primera corrida a pie, celebrada el 1 de agosto, fue protagonizada por Sebastián Palomo Linares, Pedro Moya “Niño de la Capea” y el onubense Curro Méndez con reses de Antonio Sánchez de Sepúlveda, descastadas y mansas. Palomo salió a oreja por toro; El Capea cortó una al quinto y Curro Méndez perdió los trofeos al fallar a espadas en una tarde que los toros se llevaron las ganas de los toreros. Palomo fue paseado a hombros por las calles del Recinto Colombino como era tradicional con los triunfadores.
Al día siguiente actuaron José María Manzanares padre, Emilio Muñoz y Juan Antonio Ruiz “Espartaco” con ganado del Marqués de Domecq y Hermanos, aunque el quinto, que salió como sobrero, era de Pérez Angoso. Las reses carecieron de fortaleza y de casta, desluciendo el espectáculo. Manzanares saludó desde el tercio; Emilio Muñoz, silencio y ovación con aviso; y Espartaco, con el mejor lote, una oreja y ovación tras aviso.
El festejo del día grande de nuestras fiestas lo protagonizaron Curro Romero, Francisco Rivera “Paquirri” y Tomás Campuzano, quienes lidiaron reses de Bernardino Píriz. Curro saludó en el primero y fue abroncado en el cuarto; Paquirri cortó las dos orejas a su primero y otra al quinto mientras que Tomás Campuzano lograba las orejas y el rabo del tercero para ser ovacionado en el que cerró plaza. Paquirri y Campuzano salieron a hombros por el recinto ferial.
El ciclo se cerró con el festejo de rejones, en el que se lidiaron astados de Luis Ortiz de Urbina, por parte de Rafael Peralta, Álvaro Domecq, Manolo Vidrié y Antonio Ignacio Vargas. En las actuaciones individuales, tanto Domecq como Vargas cortaron un apéndice mientras que Peralta paseó el anillo y Vidrié fue ovacionado. Por colleras, Domecq y Vidrié dieron la vuelta al ruedo mientras que Peralta y Vargas fueron aplaudidos.
Finalmente, el espectáculo cómico El Empastre sería el que pasara a la historia por protagonizar el último espectáculo de las Fiestas Colombinas de hace 30 años, la última que se celebró en la plaza Monumental de Huelva.
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