Álvaro Sánlucar corta una oreja en la cuarta de promoción

 Sus compañeros de cartel, Emilio Moreno y José David Gómez, se fueron de vacío

Álvaro Sanlúcar ha sido el triunfador de la cuarta novillada de promoción celebrada en la plaza de toros de Sevilla. El novillero gaditano ha dejado muy buena impresión en sus dos actuaciones, consiguiendo una oreja de su primer oponente después de una faena que ha tenido regusto y ligazón. Por el contrario, sus compañeros de cartel, Emilio Molina y José David Gómez, se han ido de vacío.

Ficha:

Se lidiaron novillos de Hnos. Garzón Mergelina, de juego desigual.

José David Gómez, silencio y silencio.

Emilio Molina, silencio tras aviso y silencio.

Álvaro Sanlúcar, oreja y silencio.

La plaza registró tres cuartos de entrada en noche agradable con rachas de viento que molestaron a los novilleros.

Parte médico del banderillero Luis Dengra Ródena: "Contractura en el gemelo, miembro superior izquierdo y varetazo corrido en cara posterior de muslo derecho. Pronóstico leve, que le impide continuar la lidia”.

Comentario:

El novillero gaditano Álvaro Sanlúcar ha protagonizado los mejores momentos del festejo. Con el primero de su lote, Sanlúcar tuvo que emplearse hasta conseguir encelar al eral, ya que éste se fue directo a las tablas tras los primeros muletazos. Álvaro fue a buscarlo y se llevó a los medios con muletazos que fueron acompañados de 'oles' desde el tendido. Las series de toreo redondo que siguieron fueron extraordinarias. Destacó sobre todo la primera que tuvo temple. Al natural también rayó a un nivel altísimo, los naturales fueron de bello trazo y él estuvo muy en novillero. La serie final de dos ayudados por alto, seguidos de trincherazo, ayudados por bajo y doble pase de pecho pusieron la guinda a su trasteo. Mató de media estocada certera con la que el animal cayó rápido y se le concedió una oreja.

Con el sexto no tuvo la misma suerte. Éste fue un animal andarín y mirón que no dejó componer la figura al gaditano. Después de varios tanteos se echó la muleta a la derecha y estuvo muy firme, aguantando parones de su enemigo. Con la zurda el trasteo no fue tan lucido porque el de Hnos. Garzón acudía rebrincado y cabeceaba en cada muletazo. Lo intentó de nuevo en redondo, pero al ver que el animal no le permitía el lucimiento, decidió coger la espada. Mató de tres pinchazos y media y su labor fue silenciada.

José David Gómez, de la Escuela Taurina de Atarfe-Granada, intentó solventar las complicaciones que ofrecía el primero de su lote. Este primer eral manseó y terminó quedándose corto en el viaje, hasta el punto que alcanzó a Luis Dengra Ródena cuando se disponía a colocar el tercer par de banderillas. Tuvo que darle José David tiempo para que el animal pasara. Destacaron la segunda serie de derechazos y el cambio de manos y pase de pecho con el que abrochó la última serie al natural. Mató de estocada tendida y su labor fue silenciada. Menos opciones de lucimiento tuvo con el cuarto del encierro de Hnos. Garzón, un eral muy flojo, que incluso se quedó tendido en el suelo en un par de ocasiones. Gómez estuvo insistente y voluntarioso, pero el trasteo no tuvo demasiado eco en los tendidos.

A por todas salió Emilio Molina, de la Escuela Taurina de Espartinas, con el segundo de la noche. Se fue a portagayola y completó su recibo con siete verónicas bien enjaretadas que fueron muy aplaudidas por el público que acudió a la Maestranza. Tras brindar al público, comenzó citando al eral en el centro del ruedo, un animal con genio que dio un volantín tras el segundo muletazo. Lo intentó primero al natural, pero el novillo se metía y llegó a alcanzarlo, pegándole un buen revolcón, por fortuna sin consecuencias. En redondo el animal era más complicado, se paraba a mitad del muletazo y se revolvía pronto. Estuvo insistente el sevillano hasta el final de la faena. Hasta el punto de que volvió a ser volteado cuando se disponía a realizar unas manoletinas. Tuvo que utilizar el descabello para matar y su labor fue silenciada. Tampoco pudo hacer nada con el sexto, un oponente que no le puso las cosas fáciles. Tuvo que imprimirle mando Molina para que el animal pasara. Pero el trasteo no alcanzó vuelos, porque el pupilo de Hnos. Garzón cabeceaba y se rebrincaba. Se mantuvo también voluntarioso el novillero, que incluso fue prendido en varias ocasiones. Pinchó reiteradamente y su labor también fue silenciada.