Por fin y despues de casi doce años en el escalafón de matadores de toros, el Juli ha conseguido cumplir una de las misiones que seguro que tendría en su vida, y esa era salir por la Puerta del Príncipe de Sevilla. Realmente no todo el mundo puede decir que ha abierto esta puerta por la dificultad de tener que cortar tres trofeos, y Julián hoy lo ha conseguido con todas las de la ley, aunque no ha sido fácil.
La tarde ha sido una auténtica ironía por la incompetencia de un presidente que ha querido, o al menos, ha pretendido tener un papel principal en la película que esta tarde era sólo del propio torero, pero se ha debido de quedar con las ganas. Realmente no apetece hablar sobre el señor Teja, pero es que la tarde ha chorreado sangre en cuanto a su nefasta actuación, porque si mal ha estado en el primero, peor ha estado en el segundo. Paso a contarlo.
S.A.R. la Infanta Elena ha ocupado el Palco Real de la Maestranza en una tarde un tanto extraña, en la que se ha vivido con el corazón embargado por un sentimiento común. Salió Julián López a recibir a su primero con el capote, y lo recibió toreando con un temple sublime; le recetó media docena de verónicas rematadas con una media. Lo llevaron al primer envite con el caballo, y tras ese primer puyazo, el Juli se inventó un quite de belleza asombrosa, tan sencillo y tan bello a la vez; hilvanando chicuelina y tafallera por dos veces, rematando con otra media que puso a hervir los tendidos de nuevo. Le dió el segundo reglamentario y brindó a la Infanta, para después llevarse al toro a los medios, intercalando derechazo con pases de pecho y cambio de mano, logrando una sinfonía perfecta. Dos series con la mano diestra dieron paso a que sonaran los acordes de la banda del maestro Tejera. Qué ligazón, qué pulcritud y qué templanza en cada muletazo. Entrelazó series con diestra y zurda; al natural siempre arrastrando la muleta por el suelo para que nunca se quedara el toro sin las bambas de la muleta delante de los hocicos, y así llevarlo siempre enganchado. La ejecución de la suerte suprema fue intachable, de clase práctica del magisterio de los elegidos. Ejecución y efecto perfecto y fulminante; sólo la estocada mereció la oreja. La muerte del toro, que casualmente se llamaba "Ilusión", fue espectacular, en los medios, en pie y sin puntilla. Ilusos nosotros cuando creímos que recibiría el premio justo que se había ganado con su esfuerzo, pero no. Ahí estaba el impresentable del presidente para hacer su aparición estelar en la película de la Puerta del Príncipe del Juli, y se la negó. Dió dos vueltas al ruedo apoteósicas. Bronca fue poco para lo que le cayó encima a Teja.
En su segundo toro, la plaza entera se creía en deuda con el Juli, al haber perdido la posibilidad inmediata de salir por el Arco del Triunfo de Sevilla. Moralmente las dos orejas del primero eran suyas, y la tarde se puso así a su favor. La faena al primero fue buena por la raza del torero y por la condición del toro. El segundo fue bueno, pero peor en fondo y duración, y por ello más complicado, y es por eso que tiene más mérito aún si cabe. También toreó a éste a la verónica, pero lo midió mucho más con el miedo de perder la única opción que le quedaba. Comenzó doblándose por bajo con él, y suavemente, sin darle ni un solo tirón, le recetó dos series perfectas con la mano derecha que hicieron renacer la ilusión de que volvíamos a estar ante una faena grande que pondría todo en su sitio. También se lució al natural aunque en menor medida, y terminó su obra con derechazos que fueron prácticamente circulares. Se tiró a matar pero algo no debió de salir bien, pues el toro tardó mucho en caer; y encima, una vez en el suelo Emilio Fernández se lo levantó con la puntilla. Pero no pasó nada, eso puede pasarle a cualquiera y más si es humano, lo que pasaba que no era el mejor momento para ello con un triunfo semejante en puerta. Afortunadamente el toro se echó y ésta vez sí acertó. Si Teja se equivocó con negarle la segunda oreja del primero, más se equivocó otorgando las dos del segundo. De todas formas, eso ya no importa, el Juli ha conseguido salir por la Puerta del Príncipe porque lo tenía más que merecido. Hace once años justamente, el Juli no consiguió su foto saliendo por la Puerta del Príncipe por una cornada a destiempo al entrar a matar. Fue impresionante ver la grandeza de ese torero emocionado por conseguir ese sueño y por animar a su tercero por haber fallado con la puntilla.
El resto de la tarde tiene poco que contar: El mejor lote se lo llevó el Juli.
Castella y Perera tuvieron pocas opciones con su astados, aunque tampoco agotaron todas las posibilidades. Todo se les puso cuesta arriba y además, la tarde del 16 de abril del año 10, ya es para el Juli. El año en que el Juli cumplió su ILUSiÓN, marcado con el número 49 de la ganadería de El Ventorrillo.
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