La medalla de oro de Andalucía para Cuadri. Un premio para muchos

En Zalamea la Real hace apenas quince meses, vi una lágrima brava merodeando por los ojos de mirar largo y escudriñar bravuras de Fernando Cuadri

Fue una tarde triste. No soy de los que piensan que las alegrías tapan las penas, por el contrario ambas deben formar parte de nuestro bagaje vital, forjan nuestro alma y encauzan nuestro espíritu a la máxima grandeza de que somos capaces. En esa casa saben esto mejor que nadie, el fracaso no es más que un acicate y el triunfo no es más que un accidente. Dicen en la casa de Cuadri que los premios que les otorgan, muchos cada temporada, sirven para que los aficionados que siguen a la casa ganadera no se aburran, hay premios que son de todos, la medalla de oro de Andalucía, la más alta distinción que entrega el gobierno de la Junta, a la ganadería de Hijos de Celestino Cuadri es un ejemplo de premio entregado a muchos, que emocionará a todos los que amamos el toro bravo en integridad, a todos los que han pasado alguna vez por “Comeuñas” o “la Pelá”, a los románticos capaces de dejarse la vida y el jornal en el empeño de una forma distinta de criar toros bravos, a los que admiramos una forma especial de entender la ganadería más allá del triunfo o del fracaso puntual, la línea de la conducta recta y sin dobleces, a los que hemos disfrutado si no de la amistad, si del trato de los Cuadri Vides.

Es este un premio a la más añeja y pura Huelva taurina, no en vano en las ancas de los toros de Cuadri, luce orgullosa una H, la H de Huelva, de la vieja Onuba que sólo con cariño puede pagar lo mucho que siempre hicieron en esa casa ganadera por el toro y por Huelva. Es un premio a la profunda Adalucía, tan distinta de la Andalucía profunda, criadora de ganados, ajena de señoritismos tópicos y recurrentes. Es un premio a un tipo de ganadero con personalidad y sin aspavientos, hay más de ese encaste, pero Cuadri es el espejo.

Hijos de Celestino Cuadri, son el ganadero que todos quisiéramos ser, pero más allá de eso, mucho más, son hombres que todos respetamos. Ayer, en torno a las dos de la tarde, llame al representante del hierro para felicitarlo, yo estaba exultante, su respuesta, socarrona y pausada, marca el escandallo de la categoría, “otra vez se han equivocado, Javielillo” pero Fernando déjate de bromas, apunto, y responde de nuevo: “había que dásela a alguien del toro y nos ha tocado a nosotros, es un premio a toda la tauromaquia”.

Ese es el patrón de comportamiento de esta familia, Don Celestino y Doña Juana inculcaron a todos sus vástagos una forma de ser. Los cánones son simples pero exigentes, en el campo: seriedad, en el trato: llaneza, en los negocios: honradez, en los fracasos: poca coba, en los triunfos: trabajo, en la vida: largura, en el toro: pureza, en los tentaderos: dureza, en las plazas: silencio, mucho silencio y en la vida, en la vida sencillez y preparación.

Toreros, profesionales, ganaderos, empresarios, periodistas y, sobre todo, aficionados de todo el mundo, verdaderos clientes de la casa dicen en Comeuñas, se han sentido hoy, nos hemos sentido, un poco premiados, pero en el cielo seguro que aquel Luis que soñaba junto a los toros las faenas de Paula, seguro que ha suspirado con resignación pisando una colilla de negro mienras mascullaba “otro premio” y seguro que Don Celestino ha sonreído para si mismo, con la sonrisa del que lo supo todo desde siempre.