Miguel Conde, Lucio Sandín, Emilio Silvera, Isaias y Tulio Vázquez, Vargas, Ruiz Miguel, Curro Méndez...
CON LOS TOROS VOLVIÓ LA EMOCIÓN
El ciclo se cerró con una auténtica corrida de toros, con reses de Isaías y Tulio Vázquez, que hicieron que la emoción retornase a los tendidos tras el fiasco del día anterior. En esta ocasión, los toros tuvieron una magnifica presentación, con trapío, casta, nobleza y fuerza, destacando por encima de todos el lidiado en quinto lugar. El único que desentonó dentro del encierro fue el que cerró plaza, que tuvo mucho peligro. En general, pelearon bien con los montados, destacando la actuación del veterano picador Ambrosio Martín con el tercero de la tarde.
El poco público que acudió a los tendidos tuvo la oportunidad de emocionarse con todo lo que aconteció en el ruedo porque contempló al toro bravo y vio como también los toreros estuvieron muy bravos a la hora de enfrentarse a los astados. Y también hubo emoción cuando surgió el peligro que traen consigo los toros bravos y encastados. Por ello, en esta jornada, las ovaciones fueron más sinceras que en las jornadas precedentes y, al término del festejo, pese a no haber triunfos contables, los espectadores quedaron satisfechos de cuanto habían contemplado.
Realmente, la actuación de Francisco Ruiz Miguel no fue todo lo convincente que cabía esperar de su dilatada trayectoria profesional. Supo estar por encima de sus oponentes gracias a sus amplios conocimientos y a sus aptitudes pero, quizás, le faltase un poco más de entrega para haber completado la tarde esperada de él. Para colmo, en esta ocasión, le falló uno de sus fuertes, la espada, por lo que el paso del gaditano por el coso onubense quedó a medias en todos los aspectos entre la decepción de los espectadores que esperaban más del torero.
Retornaba a los ruedos el onubense Curro Méndez tras una larga ausencia de la actividad debido a una lesión que padecía y, pese a enfrentarse a una corrida a contraestilo, el choquero supo sacar adelante la papeleta con muchísima dignidad y honradez, dejando algunos pasajes muy importantes gracias a su entrega, ganas y decisión, como puso con el excelente quinto. Lástima que no estuviera acertado a la hora de matar por cuanto podía haber cortado algún trofeo tras su excelente actuación, que dejó muy satisfecho a sus paisanos que encontraron a un torero honrado y dispuesto a triunfar por encima de todos los inconvenientes que le acompañaron a la largo de su carrera profesional.
La única oreja de la tarde la obtuvo Pepe Luis Vargas al acertar con los aceros en el primero de su lote. En general, el astigitano completó una muy buena tarde, con una desmedida entrega, con pinturería, ganas y calidad en muchos momentos de su trasteo a ese animal por cuanto en el otro, el garbanzo negro del encierro, supo verle muy rápidamente y, tras probarlo con ambos pitones, ante el evidente riesgo que suponía, lo lidia para acabar con él. El público, muy entregado a la labor, pidió con ardor el trofeo para el torero pero una injusta presidencial no quiso concederlo, por lo que paseó el ruedo para agradecer la sincera ovación que le dedicaron los espectadores, emocionados por su entrega.
TRIUNFOS DE LA NOVILLERÍA ONUBENSE
En principio, se iban a lidiar reses del hierro de José Luis Martín Berrocal pero, finalmente, fueron reemplazadas por otras de Juan Gallardo Santos, que no colaboraron con la terna dada su mansedumbre y sosería, características a las que había que unir la carencia de presencia. En suma, una novillada, con presencia de los triunfadores del recién finalizado ciclo colombino, que apenas dejó ver cosas interesantes.
Abrió cartel el veterano Miguel Conde que retornaba a la actividad al calor de la reapertura del coso. Y puso muchas ganas por buscar el triunfo, dando muestras de que las ilusiones no se habían marchitado como tampoco sus buenas dotes, por lo que completó una buena actuación en su primero y que mejoraría en el cuarto de la tarde, del que obtuvo una oreja, premio que, en otras circunstancias, hubiera sido más amplio.
No estuvo tan afortunado en esta ocasión el madrileño Lucio Sandin. En el primero de su lote, y a la salida de un par de banderillas, resultó corneado gravemente el peón José Navarro de Olivares. Sandin no encontró material idóneo para el lucimiento y, para colmo de males, estuvo francamente mal con los aceros, por lo que fue avisado en las dos ocasiones, a cuya conclusión los espectadores guardaron un respetuoso silencio sin manifestarse tras lo contemplado en el ruedo.
Los espectadores habían acudido a los tendidos con muchas ganas de disfrutar de la actuación de Emilio Silvera, pero, en esta oportunidad, el novillero onubense tampoco encontró ocasión de lucimiento con el primero de su lote, ante el que estuvo muy voluntarioso y con muchas ganas de agradar a sus numerosos seguidores, que comprendieron que había pocas opciones de triunfo. Aún así, el joven novillero onubense se entregó por completo en sacar partido donde no era posible y, en el último de la tarde – que causó contusiones leves al banderillero Antonio Galisteo – se tiró a matar con mucha decisión, saliendo del embroque con las taleguillas rotas y, afortunadamente, sin consecuencias para su integridad física. Y esa actitud de Emilio Silvera llegó a los tendidos que pidieron la oreja que paseó al término del festejo entre la satisfacción de los espectadores que habían quedado satisfechos de la entrega del novillero.
En esta ocasión, las malas condiciones ofrecidas por los novillos de Juan Gallardo se llevaron casi todas las ilusiones de la terna actuante y, especialmente, de los muy escasos espectadores que, sin embargo, salieron satisfechos con las actuaciones de los dos toreros choqueros, quienes se entregaron, a pesar de las adversidades que habían encontrado con el ganado, por completo para satisfacer a sus seguidores. Vicente Parra
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