Triunfo de la solidaridad torera en Paterna del Campo

Victor Puerto y Victor Janeiro cortaron sendos rabos

Plaza de toros de Paterna del Campo.Frio helador. Festival matinal en pro de un vecino de la localidad en tratamiento oncológico. Lleno. Novillos de El Serrano, Macandro (2º y 6º), Carmen Borrero, Martín Lorca y Lora Sangrán, de diversa presentación y escaso juego, destacando el corrido en tercer lugar de Carmen Borrero. El rejoneador Andrés Romero, dos orejas. Tomás Campuzano, dos orejas. Martín Pareja Obregón, dos orejas. Víctor Puerto, dos orejas y rabo. Víctor Janeiro, dos orejas y rabo. El novillero local, que debutaba con picadores Martínez Enamorado, dos orejas.

Magnífico ambiente el que se respiraba en la casi olvidada localidad onubense de Paterna del Campo, olvidada por la autovía, donde no aparece una sola indicación y olvidada por quien nunca debe olvidar a unos de los pueblos del Campo de Tejada de más honda presencia en la vieja provincia tartésica.

Hoy el pueblo era el centro del torero. La localidad a revientacalderas, figuras del toro como José Antonio Campuzano o Diego ventura en los tendidos y figuras del calibre de un rejuvenecido Victor Puerto en el albero de la simpática plaza de Paterna. La prensa en pleno, incluso con algún espécimen mas rosa que taurino, ganaderos como los hermanos Garcia-Palacios Alvárez, Macandro, taurinos, subalternos, mozoespás de primera fila como Juanvi de la Calle afincado en la localidad, la plaza llena, lo que se da en llamar ambiente de excepción.

El resultado era ya un éxito en el aspecto humano que era el principal y en recuperar el sabor taurino de una localidad que siempre lo ha tenido y en el plano artístico seis hombres con ganas de triunfar y media docena de triunfos de distinto grado y de peso específico variado. Así lo supo valorar una presidencia bien gestionada por nuestro amigo Emilio Vergara, alcalde de la localidad, y su cuadrilla.

Cumbre de Víctor Puerto que se inventa un utrero de Martín Lorca, con hechuras de toro y fuerzas de mosquito, lo cuida lo mima lo desengaña y lo acaba cuajando a base de temple de tirar de él en cada muletazo y de firmeza hasta el arrimón final. Tiene el veneno del toro y viene a Paterna como iría a Las Ventas en San Isidro con más hambre que los pavos de Manolo.

El otro Víctor del cartel, el otro Janeiro de Ubrique, derrochó simpatía, gracia, ganas y soltura en las suertes para cortar el segundo rabo del festejo tras un estoconazo.

Andrés Romero dio una lección de monta y de querer pasar la barrera de los dos metros que sobrepasan los que mandan en el arte de marialva, clavando al estribo y buscando la pureza. Con Universo, espectacular morcillo, levantó los tendidos de la entendida localidad, los rejones de castigo pasaron factura y el novillo se emplazó. Le costó encontrar la muerte y acabó echando pie a tierra lo que enfrió los ánimos del paisanaje .

Tomás Campuzano dejo sabor de los ochenta, una forma distinta de entenderlo torero por ambos pitones con suavidad y gusto cuando se lo permitió la flojedad del enemigo herrado con el hierro onubense de Macandro.

Pareja Obregón demostró sus mejores virtudes y sus vicios viejos, atesora un gusto exquisito en el manejo de loa avíos, conecta fetén con el tendido, es versátil con el capote y pinturero con la muleta, a pesar de que el novillo nunca acabó de entregrarse, cuajo series de mucho mérito, pero a la hora de matar, un drama.

Enamorado debutaba con caballos, toreaba en su pueblo, estaba pendiente como organizador de todos los flecos, se encarteleba con cuatro figuras, se jugaba la vida y a pesar de todo eso fue capaz de ponerse firme delante del buen novillo y gustarse en muletazos sueltos, levantar a sus paisanos y sentirse torero. Dos orejas y la satisfacción del deber cumplido. Bien por enamorado, por Paterna y por el solidario mundo del toro, otra vez más.