Miguel Báez Quintero “Litri”, que nació el 15 de mayo de 1869, y era hijo del modestísimo torero del mismo nombre apodado “El Mequi”. Después de varios años de esta crónica tomó la alternativa en Sevilla el 30 de septiembre de 1893, de manos de Francisco Bonar “Bonarillo” que le cede la muerte del toro “Tesorero” de don Antonio Halcón, luego confirma en Madrid fue el 28 de octubre de 1894 de manos de Rafael Guerra “Guerrita” que le cedió el toro “Sentimientos” del Duque de Veragua con “Lagartijillo” de testigo.
SEVILLA 27 DE Agosto de 1888
Crea usted., amigo mío, que cuando a un pueblo, como a un hombre, le viene la negra, no hay poder humano que lo salve. La Providencia, queriendo castigar sin duda las cosillas que a los sevillanos se nos habían metido en la cabeza, se ha propuesto darnos la desazón. Nos había dado por creer que esta nuestra ciudad era el emporio del comercio de Occidente y que nuestro crédito era como el Sol que alumbra en todas partes, y viene la quiebra de Calzada y otras más y nos dejan peor que Peluquín, ante el comercio del mundo. Se nos metió en la cabeza que Sevilla era un pueblo cristiano con grandes influencias en la Corte Celestial por aquello de que el muñeco de la Giralda se comunica con San Pedro, y no se creyó de gran necesidad comunicarse con Casanovas, y la Catedral se nos vino al suelo. Restábamos la satisfacción de que si bien nuestro crédito estaba algo averiado y nuestra fe religiosa en ruina, nos quedaba todavía para extender nuestra fama por el mundo, el arte del toreo. Pero he aquí que hasta ustedes tratan de batirnos en las ultimas trincheras y mandan a la patria de los Chuchares, Tatos y Domínguez al niño “Litri” para demostrarnos cuan fugaces son las glorias de este mundo. De Huelva viene un “mataó” que se trae “cositas”, decía el sábado un torero al pormenor en la calle de las Sierpes, con sonrisa burlona, mientras se arreglaba las persianas sobre las sienes. Como no se traiga bocas y “cañaillas” que es lo que da el terreno, contestaba con énfasis un picador de curianas. Llega el “Litri” a Sevilla y es presentado al empresario, este mira al barbilampiño y le dice:
-Niño tú estás en leche pa que ese ganso se encargue de ti, déjalo pa otro día que tengas tú los huesos más duros, que yo te echaré carne más tierna. -Usted se ha figurao que yo soy cocinero; dijo el futuro héroe mirando de cabo a rabo al empresario, usted pudiera darme a mi carne tierna si yo tratara de hacer albóndigas.
Choca aquí, chiquillo, eres un valiente y vas a matar el domingo dos becerros que dibujan con los cuernos un mapa en el cielo. Y efectivamente; el “Litri” pisó el domingo por primera vez el escenario de las grandes glorias y de las ruidosas catástrofes e hizo lo que le voy a contar. A las cinco en punto salieron las cuadrillas, a cuyo frente iban Currito Avilés, Fabrilo y el “Litri” que vestía verde y oro. Salió el primer toro, que era de pelo negro, bragao, algo cornialto y de libras. Tomó siete varas, a costa de un caballo. Todos los espadas fueron aplaudidos en los quites. Fatiga y el Cuartos ponen tres pares buenos, y Avilés coge los trastos y yéndose al bicho, cerca y bien, dio cuatro pases naturales para arrancase a volapié, dando un pinchazo; de seguida, media tendida, otro pinchazo, otro y algunos intentos de descabello; el toro se echó. El segundo, retinto y de libras, recibió siete puyazos con voluntad. En los quites, alternaron los tres espadas, haciendo el “Litri” uno de rodillas, que le valió la mar de palmas. -Sabe usted que el niño de Huelva se trae una ”mijita” de “sereniá” decía uno del tendido. -¿Lo dice usted porque se arrodilla en los quites? Eso es pidiéndole a la Virgen de la Cinta, patrona de su tierra, que lo saque en bien. Tocan a banderillas y la Vieja y Anillo ponen dos y medio pares, en que hubo de todo. Fabrilo, de grana y oro, se va al cornúpeto, al que traste con tres naturales, uno con la derecha y otro de pecho para soltar un buen pinchazo. Cuatro naturales y uno en redondo para media estocada buena. Después de varios intentos de descabello con la espada, lo hace con la puntilla. Fue el del “Litri” el tercero, toro de gran romana, grande como coche de tercera y de cornamenta larga y bien puesta, propia para –como decía el empresario- echar un bordao en el cielo. Siempre pasa lo mismo; la presencia que tenía no le sirvió para nada, pues a fuerza de obligarle tomó cuatro puyazos, por un caballo muerto. Tocan a banderillas y salen dos incognitos que de prestado le servían al “Litri”, o este los tomaría en el Jueves, entre los dos pusieron dos pares y medio. Y ya tenemos al debutante con la espada y muleta en la mano; espada y muleta que le había dado Arjona Reyes, (Currito) con la sacramental frase “toma esta espá, que mata sola”. En esto, Currito tiene razón; su espá siempre mata sola, porque él hace poco por ayudarla. No así el “Litri” que no se fio de las cosas de Currito y después de pronunciar un brindis en onubense –cuya última silaba es un fa sostenido-y con solo tres pases, se arranca en las tablas, dando una estocada que hizo rodar al toro sin necesidad de la puntilla. Que diga Currito si les enseñó él esas cosas a su estoque. Gran ovación y una sombrerería por el suelo. Los espectadores serían accionistas de la tabacalera, tan rumbosos estuvieron con los cigarros. El cuarto retinto, ojo de perdiz, bien puesto y justo de carne. Con gran voluntad, recibió ocho puyazos. Arandita y su compañero pusieron algunos pares, entre ellos dos buenos. Avilés, tras dos pares de pecho, suerta un pinchazo; después, de un pase natural, se arrancó sobre corto y por derecho, dando una estocada corta y buena, echándose el toro después de intentar el descabello. Hubo palmas. El quinto del mismo pelo que el anterior, ojo de perdiz y cornialto. Salió con muchos pies y Fabrilo lo paró con tres verónicas y un farol. El público pide que banderilleen los matadores y toca el primero al “Litri”: se le arranca el toro y él se va hacia la fiera, colocando un par abierto, cayendo delante de la cara, siendo pisoteado por el toro. ¿Qué es eso? Pregunta con sorna un banderillero atmosférico a otro del mismo calibre que estaba cerca. Ná que el “Litri” está buscando barriletes. El chico se retira a la enfermería, donde le cortan dos rizos –que me consta que los ha solicitado una “gachí” de la Carretería- y le pone un parche de aglatinante, y vuelve a la plaza tan frescote. El atmosférico observó que no traía bocas de la isla y que la jindama se la dejó en Huelva. Sale el sexto, de pelo castaño oscuro capirote y bien puesto. Manso como de costumbre, aguantó dos semi puyazos, siendo condenado a fuego. El bicho sufrió con resignación el apremio de tercer grado o sea la chamusquina, y el “Litri” que fue el encargado de hacer la cobranza, sin ningún pase, como quien dice sin consideración le dejó perdida en el morrillo la espada del Curro. Este se disgustó por tan grande perdida y encargó a los descuartizadores de la res que si la encontraban dentro se la devolviera, que la tenía en mucha estima, porque mataba sola. Y ahora viene lo gordo, y lo gordo es el “Litri” haciendo su salida por la puerta del Príncipe en hombros de sus esclavos, como Radomé en Aida a quien sin duda no conocerá el “Litri”. Resumen: el chiquillo promete ser un valiente; le falta aprender mucho pero cuando se tiene lo más principal, que es valor, lo demás se adquiere. Gran marejada entre la gente de mi tierra, al ver que hasta de Huelva salen toreros que les quitan los panecillos. Y hasta los de la Algaba se los quitarán si siguen tan “maletas”.
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