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lunes, 19 de octubre de 2009

A vueltas con el indulto de Finito.

Carta abierta de Juan Serrano "Finito de Córdoba"


Hace unos días he sido sancionado, a propuesta de la Junta de Andalucía, con una multa de 12.500 euros, por haber decidido no matar un toro, en la plaza de Montoro, (el día 8-X-04) para el que todos los asistentes (profesionales y público) pedían el indulto, dadas sus excepcionales condiciones de bravura y nobleza. Ese es, escuetamente, el hecho sobre el que quiero hacer algunos comentarios, pues si bien es cierto que en aquel tiempo el Reglamento decía que en plazas de tercera -Montoro lo es- no se podían indultar toros (por lo que desde el momento en tomé la decisión ya sabia que la sanción podía llegar y, naturalmente, la acepto) la realidad es que muchas veces las cosas pueden interpretarse de distintas formas, es decir que no son exactamente blancas o negras sino grises:
1) En Andalucía, y en toda España, antes de ese día, se habían indultado muchos toros en plazas de 3ª, (incluso recuerdo un indulto, no hace muchos años, en un pueblo de Andalucía, por un aficionado practico, en un festival lo que según el Reglamento está prohibido), sin que hubiese sanción para los matadores ni para los presidentes que los autorizaron.
2) En muchos de estos casos los Presidentes suelen argumentar que lo hicieron para evitar una seria alteración del orden público, lo cual es más que razonable.
3) La tarde del 8-X-04 en Montoro, estuvo al borde de llegarse a ese extremo y no se lo que hubiese pasado si yo decido matar al toro; muy probablemente el público se hubiera vuelto contra el Presidente y no sabemos hasta donde se hubiese llegado.
4) Todos los profesionales, que allí había, estaban de acuerdo en que el toro merecía el indulto por su extraordinaria condición. Naturalmente el público lo pedía por absoluta unanimidad.
5) Yo puedo decir que en los más de 20 años que llevo de profesional, aquel fue uno de los dos o tres toros que mejor me han embestido de cuantos he matado, y han sido muchos. Embestía exactamente igual que lo hace una persona cuando nos embiste en el Toreo de salón y siempre fue a más; su bravura, nobleza y calidad fueron excepcionales.
6) Todo ello me llevó a tomar la decisión de no matarlo, aun sabiendo a lo que me exponía pero en aquel momento predominó, en mi, el corazón, la sensibilidad, pues aquel animal se había comportado tan bravamente, había cumplido en exceso lo que se le pedía, me había hecho disfrutar como pocas veces y había contribuido a mi éxito, por lo que merecía seguir viviendo y poder transmitir sus genes a otros toros. Tan es así que al finalizar la corrida hice un último intento y les rogué que no ordenaran su muerte, pero de nada sirvió.
7) Ahora que se ha consumado la sanción, cuando rememoro aquellos hechos pienso que obré correctamente, al menos de acuerdo con mis principios y mi ética y, naturalmente, lo volvería a hacer.
8) Yo me pregunto ¿ A quien se perjudicó o dañó con mi actitud de no matar el toro?. A los aficionados no y a la Fiesta menos; a esta se le ayuda con el indulto de tan extraordinario animal.
9) También me pregunto ¿ Si antes se habían indultado muchos toros en plazas de 3ª sin sanción por que se me sanciona a mi? No veo coherencia y ecuanimidad en las autoridades que me sancionan.Es posible que el Señor Presidente, de aquella tarde, considerase que su autoridad quedaba en entredicho, pero fue él, con su actitud, quien llevó la situación a ese punto y, desde luego, él está para hacer que las cosas se desarrollen por un cauce normal y no para imponerse simplemente porque si, sin más razonamiento. El Presidente de una corrida de toros, pienso yo, tiene que ser ante todo un buen aficionado y tener la suficiente inteligencia, sensibilidad y flexibilidad para resolver situaciones complicadas, en las que la emoción se desborda, como ocurrió aquella tarde con el toro "Langosto" de Juan Pérez Tabernero.El querer imponer su voluntad, en contra de la de todos los demás, solo porque alguien le ha designado para subir al palco y presidir, quizá con muchos méritos pero tal vez con muy pocos, me parece un error grave, que puede dañar a mucha gente y principalmente a la Fiesta.
10) A lo largo de mi vida profesional he podido ver como algunos Presidentes (no muchos) quieren erigirse en los protagonistas de la tarde, tomando decisiones desacertadas pero eso si, con mucha autoridad. Pienso que en los tiempos que corren "con Presidentes de ese estilo la Fiesta de los Toros no necesita enemigos, los tiene dentro".
11) Es posible, no lo se, que el Señor que aquella tarde presidía en Montoro, al conocer el veredicto se alegre y considere que ha prevalecido su autoridad y ha vencido pero, en cualquier caso, lo verdaderamente importante no es vencer es convencer y aquel día él no convenció a nadie.No obstante lo cierto es que mostró gran celo en que se cumpliera el Reglamento, por lo que se refiere a los indultos; yo espero y deseo que siempre tenga, por lo menos, la mitad de aquel celo en lo referente a todos los aspectos de la corrida, lo que sin duda será bueno para la Fiesta de los Toros.
12) Soy consciente de que la Junta de Andalucía está ayudando mucho a los Toros, en general, y así lo proclamo, pero creo que con la actitud de sancionarme, por lo ocurrido aquella tarde en Montoro, y por el contrario haber mirado para otro lado en muchos casos similares, ni ayuda ni se apunta un tanto positivo. Creo que se apunta un borrón. Si los demás casos no eran sancionables el mío tampoco. Eso seria coherencia y ecuanimidad, lo que ha hecho no.
13) En relación con este último punto quiero significar que un destacado cargo político de la Junta de Andalucía, buen aficionado por otra parte, ha dicho en varias ocasiones, en público y con micrófono en mano, que aquella faena y aquella corrida de toros le sirvieron para tomar la decisión de introducir, en el Reglamento andaluz, que se pudiese indultar en plazas de 3ª (ahora se puede), pues lo que allí pasó aquella tarde no era lógico ni razonable. Por tanto lo que yo pretendía - indultar al toro- no parece que fuese algo disparatado ni tan severamente punible.
14) Quiero pensar que su señoría, el juez que emitió el fallo, se limitó a cumplir estricta y fríamente la Ley, ateniéndose al Reglamento. Pero todos sabemos que ante cualquier hecho, falta o delito siempre hay atenuantes y agravantes. No se como interpretará él los hechos que ocurrieron, tal como he relatado y todo el mundo pudo ver: Se solicitaba el indulto por completa unanimidad, se podía haber originado un serio altercado del orden público, no se perjudicaba con ello a nadie, al contrario se favorecía a la Fiesta y se atendía la petición de los asistentes, hay muchos casos similares no sancionados, etc.Impartir justicia es, afortunadamente, mucho más que aplicar la Ley, es ser justo y el que no lo es por ignorancia no está capacitado para juzgar y si no lo es a sabiendas mucho menos.
15) Yo he sido sancionado con arreglo a una Ley pero creo que detrás de esa sanción hay bastante autoritarismo, poca coherencia y menos ecuanimidad.

Tras cuanto he expuesto que es mi opinión del asunto, inevitablemente interesada pero absolutamente sincera, quiero quedarme con lo positivo y es que aquel hecho sirvió para modificar un Reglamento, gracias a lo cual bastantes toros bravos han podido ser indultados, y hoy viven libres en las dehesas prolongando la bravura en sus descendientes.Pero me queda la espina de que para ello tuvo que morir (en el anonimato y vulgaridad de los corrales), en contra de mi voluntad, aquel sensacional toro que todavía me emociona recordando sus embestidas largas, acompasadas e incansables.
Juan Serrano "Finito de Córdoba"

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