Cuando vemos a una figura del toreo no nos paramos a pensar como fueron sus comienzos, sus sueños, su primera vez, su primer muletazo, su primer capote, ese vestido que siempre guarda en un sitio privilegiado... tantas cosas que pasan por la cabeza de un niño, "como le digo a mi padre que quiero ser torero".
El mundo en el que viven los niños que juegan a ser toreros es precioso, sus sueños, su alegría, no ven problemas, no ven nada más que toros y toros por todos lados, sueñan con las faenas, "lo pararé con el capote así y lo remataré de esta forma, con la muleta brindaré a ...., le voy a torear suave, y quiero matarlo en corto y por derecho". Cuantas cosas pasan por la cabeza, cuanta la ilusión, cuantas ganas, se olvida el miedo, no se tiene valor, quizas el valor sea la ilusión y las ganas, puesto que aún no saben el riesgo que conlleva esta profesión.
Pero estos niños no son niños a la usanza, son hombres, cualquier pequejaño que le entre el bendito veneno este, madura a una velocidad increible, se convierten en hombres de poca edad y tamaño, sus juegos no pasan por elementos alectrónicos, ni desean que llegue el viernes para salir de fiesta con los amigos, ellos juegan al toro, sus juguetes son trapos echos capotes y muletas, agujas de punto como banderillas, el sofa un toro imaginario al que le entran a poner banderillas y a matar, los fines de semana se convierten en tiempo para entrenar, para ver toros, y para poder estar más tiempo en la cama soñando faenas y triunfos.
Que bonita es la ilusión que se puede ver a un niño torero, a un soñador del toreo, quién pudiese retroceder en el tiempo y volver a sentir esas sensaciones.
Y llega el día, el día que todo niño soñador ansia, la primera vez, el debút en una plaza de toros vestido de luces, la alegria de su cara se entremezcla con la de la responsabilidad, comienzan a ver a su alrededor a banderilleros que antes han visto con matadores o novilleros más curtidos, son maestros para ellos, son sus ojos, pués los de estos niños no ven más allá que las ganas y la ilusión, ellos son el freno del acelerador que llevan incorporado en sus corazones toreros, ante ellos quieren mostrar que "yo quiero ser torero", la misma frase que un día le dijeron a sus padres, quizas con lágrimas en los ojos por la negativa de ellos a dejarle hacer y desarrollar lo que llevan dentro.
Todos estos sueños seguro los ha tenido Paco, un niño torero, que ha conseguido superar la distancia, la ignorancia de algunos que se llaman taurinos, pero que ha tenido y tiene el apoyo de los ganaderos y profesionales del toro de Huelva, porque es nuestro niño, es nuestro torero y el sábado cuando comience su sueño allí estaremos los profesionales de Huelva para mecerlo con nuestra presencia y susurrarle la nana que lo duerma para que sueñe el toreo que lleva dentro, y que sean nuestras palmas la que lo despierten, despues ya llegarán los consejos para mejorar lo mejorable, pero el sabado... el sabado es día para soñar, para soñar con Paco, con el futuro de un niño de Huelva y para reivindicar la afición que sigue viva en Huelva y por la que estamos y seguiremos luchando.
Suerte para Paco Hidalgo, suerte para nuestro torero.
Todo precioso, me has emcionado Raul, pero luego van los señoritos de Trigueros, muy choqueros ellos y en el festival ponen al niño Jimenez, con dos eigs.
ResponderEliminarPaco que no te aburra Huelva y