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domingo, 2 de agosto de 2009

Ventura ya tiene su rabo.

Ventura ya tiene su rabo
Cortó tres orejas y un rabo en una tarde en la que Hermoso de Mendoza corta dos orejas y una Joao Moura

Tarde de calor agradable, la plaza registra un casi lleno, el ambiente de la plaza y aledaños es de locura con la reventa para mañana echando humo, Seis toros de Luís Terrón de muy pobre juego para rejones, parados descastados, tardos y cortando los viajes.
Joao Moura ovación y oreja
Pablo Hermoso de Mendoza ovación con leve petición y dos orejas
Diego Ventura oreja y dos orejas y rabo.
Diego ventura y Pablo Hermoso de Mendoza luchan su guerra enraizada de enemigos íntimos, de despachos, jurisdicciones, detalles y agravios. Huelva viene siendo escenario de esa guerra, como Aracena, como otras diez plazas de toros de España, donde llevan toreando juntos los dos caballeros rejoneadores varios años. Ayer la batalla de La Merced la ganó Diego, que ya tiene el trofeo ansiado en los últimos años: el preciado rabo de Huelva. Pablo llevaba dos en lo últimos años y Diego quería, por razones de sitio, de cariño, de cercanía de orgullo y de poderes esos trofeos en Huelva. Para conseguirlo, en su segundo toro, el sexto de la pésima corrida jugada en la tarde de ayer, Diego lo puso todo, desde el recibo con Girasol, el castañito cruzado de recibo, calentó el ambiente con Manzanares formó un lío con el toreo de costado en su máxima expresión, las piruetas en las barbas del de Terrón y los tierra a tierra triples dejando al bueno del jaco casi sin salida, topando varias veces las espaldas de equino y bóvido. Para rematar la fiesta y sobre los lomos de Distinto, ese tordo de valor seco y transmisión máxima con los tendidos, alcanzó el clímax en banderillas dejándose llegar el toro hasta los terrenos del imposible y del atropello de razones y altercados de orden físico. Las farpas quedaban muy reunidas y la ejecución era de mucha verdad, Cuando sacó a Califa para redondear con las banderillas cortas a dos manos, la plaza estaba de pie y era un clamor. Nadie iba quitarle su rabo a Ventura, ni siquiera cuando apenas rompió la piel del burel con el rejón de muerte, entonces y sin soltar, aguantó el galope del caballo y acabo de introducir el acero en poco ortodoxa pero resultona suerte de matar. Ventura ganaba la batalla de Huelva. En el tercero de la tarde, había conseguido la primera oreja en una labor de encimismos y aspavientos tras quedarse sin toro equivocarse endosando dos rejones de castigos al marmolillo que hacía primero de su lote.
Hermoso no tuvo el calor del público en Huelva en su primero, fue una faena en que le tocaron mucho los caballos y eso no gusta al entendido público de Huelva, después de una espectacular caída al perder pie Chenel que calentó los tendidos, parecía que todo se venía arriba pero no pudo ser y el mal uso del rejón de muerte le privó de más trofeo que una ovación. Destacar que cuando el navarro se debatía en el suelo entre las patas y los pitones recortados del de Terrón, Ventura salió a cuerpo limpio, junto a las dos cuadrillas a realizar el quite, lo cortés no quita lo rival. En el segundo volvieron a unirse las voluntades de Hermoso y de Huelva, el mandón del rejoneo salió sin zahones, maltrechos junto al tobillo del estellés en el susto del primero, y ante el toro que más y mejor se movió de la tarde, quebró muy cerca, arriesgando al máximo, con Caviar, una mezcla buscada de aquellos Caganchos y Chicuelos de sus primera épocas, el torero de costado del negro y las piruetas invertidas del tordo. Con Tiziano jugó el tercio de muerte y, tras un rejón trasero y desprendido con mucha muerte, cortó dos orejas que premiaban el conjunto de su labor.
Moura no es de esta guerra, su labor es la del convidado de piedra, para el buen aficionado queda la monta del portugués sobre el isabelo de espectacular capa, siempre los caballos en la mano, siempre los palos muy reunidos, siempre la elegancia de la monta lusitana, en todo caso un placer para los seguidores del arte de Marialva. Cortó una oreja de peso al cuarto del sorteo tras una lección de la pureza de las suertes y una correcta y efectiva ejecución del arte de matar.
Y mañana, mañana…. Emilio Silvera, José Tomás y El Cid, con los de Cuvillo, ¡el fin del mundo¡

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