NO EQUIVOQUEMOS LOS HECHOS
Vicente Parra Roldán
Hasta mis manos ha llegado una publicación en torno a los festejos taurinos colombinos, en la que, al hacer un ligero repaso a su contenido, he tenido la oportunidad de encontrar diversas narraciones que no se ajustan a la más estricta realidad de cómo se desarrollaron los mismos.
Lo triste es que estas narraciones inexactas quedan para la posterioridad y, dentro de un tiempo, si alguna persona quiere estudiar la historia de la plaza de toros onubenses y acude a esta fuente, va a continuar dando veracidad a unos datos que sucedieron tal y como se señalan en la citada publicación y que sus autores, desconocidos al no citárseles, no han bebido en las fuentes fidedignas.
Por ello, y basándome en mi obra “Plaza de La Merced: 25 temporadas de historia, trataré de aclarar esos errores. Lástima que los responsables de la aludida publicación no se van a dar por enterado y seguirán manteniéndolos per secula seculorum aunque ello produzca persistir en los errores.
Vamos con el primero, que aparece en la página 35 de la publicación. En la entradilla del reportaje titulado “El indulto de Culito” se señala textualmente: el único indulto en la historia de la plaza”. Cuando la realidad es bien distinta, por cuanto el día 12 de octubre de 1.984, durante la celebración de un festival benéfico organizado por Miguel Báez Espuny “Litri” y que, entre otras cosas, sirvió para la presentación ante el público de su hijo, Miguel Báez Espínola “Litri”, el tercer novillo de lidia ordinaria, de nombre “Friolero” y del hierro de Jandilla, y cuya lidia le correspondió en suerte a Diego Puerta, dió un juego tan extraordinario que los espectadores solicitaron su indulto, que fue concedido por la presidencia, que concedió los máximos trofeos al diestro de San Bernardo que aquella tarde actuó junto al rejoneador Manuel Vidrié y a los matadores de toros Antonio Borrero Morano “Chamaco”, Curro Romero, Paco Camino y a los ya citados Litri padre e hijo.
Por tanto, “Culito” no ha sido el único ni el primer astado indultado en la plaza de Huelva, sino que es el segundo. No sería justo argüir que se trata del primer toro mientras que “Friolero” era novillo por cuanto para todos los lectores del reportaje “único” es uno y nada más, cuando, en realidad, es el segundo.
En el mismo reportaje, se dice, en la página 37, que “las dos orejas y el rabo simbólicos fueron a parar a las manos del torero”, cuando tampoco es cierto, por cuanto la realidad es que, como se dice en la citada obra, “hubo emoción y calidad en el trasteo que llegó a la apoteosis cuando el público – que llenó media plaza – solicitó el indulto del animal. El presidente no se decidía y Finito seguía desgranando su torería entre el delirio del público mientras iban sonando los avisos hasta que el palco decidió conceder el solicitado premio y el torero continuó con otras series entre el clamor de los tendidos. Y se produjo una anécdota por cuanto los espectadores, más pendientes de la entrada del toro a los chiqueros, se olvidaron de pedir los trofeos para el espada, por lo que la presidencia no concedió ninguno, aunque Finito de Córdoba pasera las dos orejas y el rabo durante su triunfal vuelta al ruedo, compartida con el mayoral de la ganadería y, en el último tramo, con el ganadero, que recibió una fortísima ovación.”
Puedo añadir más al respecto. Mientras el torero paseaba el ruedo, el propio presidente del festejo, Alfonso Garrido Ávila, me confirmó que había enviado los tres avisos ante el transcurso del tiempo transcurrido y de acuerdo con el vigente Reglamento Taurino ante la demora del diestro en entrar a matar y que, al no pedir nadie los trofeos, él no había concedido ninguno. Por tanto, la autoridad del festejo, única competente para otorgar los premios, no ordenó que se le concediera los máximos trofeos exhibidos durante la vuelta al ruedo.
Es más, esta decisión está reflejada en el acta oficial del festejo, en la que figuran marcados los tres avisos y desiertos los casilleros correspondientes a los trofeos. Por tanto, Finito de Córdoba, oficialmente, no fue premiado, aunque, eso sí y hay pruebas gráficas de ello, paseó las oreja y el rabo que no le habían sido concedidos.
En otro reportaje, dedicado a Emilio Silvera, en la página 60, se dice en la entradilla “que se ha encerrado con seis toros en solitario en Huelva”, tampoco se cuenta la realidad de lo acontecido en el festejo que tuvo lugar el día 16 de mayo de 1.993, corrida organizada por el Ayuntamiento de nuestra ciudad para recaudar fondos con destino al R.C.Recreativo de Huelva.
No es el momento de recordar los numerosos vaivenes que se produjeron para la celebración de este festejo, con una suspensión anterior al haber sido rechazados seis de los siete toros que se presentaron a reconocimiento médico y la posterior caída del cartel de Miguel Báez Litri y Antonio Borrero Chamaco, que estuvieron anunciados para el primer festejo, el suspendido.
Dado que había ganas de celebrar la corrida porque, entre otras cosas, el Recreativo necesitaba el dinero, los organizadores se echaron adelante, volviéndose a encontrar con muchos inconvenientes, como señalamos en esa obra citada: “pero el festejo estaba gafado y, a la hora del reconocimiento, sólo había reses de cinco hierros y, para colmo, una de ellas era un novillo, el enviado por José Ortega Sánchez. La autoridad gubernativa, con el consentimiento de los restantes ganaderos, miró hacia El Cabezo y permitió su lidia como toro”.
Dicho novillo se llamaba “Tremendito” y estaba marcado con el número 81, dando un peso en la báscula de 530 kgs. Estos datos están extraídos del acta oficial del citado festejo, en el que Emilio Silvera actuó como único espada para dar muerte a cinco toros y… un novillo, por lo que es erróneo afirmar que se “se ha encerrado con seis toros en solitario”.
En el mismo reportaje se señala que ha salido catorce veces por la puerta grande de La Merced. Según los datos recogidos, Emilio ha hecho un total de 29 ocasiones el paseíllo en Huelva, de los que 23 corresponden a novilladas y corridas y seis a festivales. En estos festejos ha lidiado 47 toros y 23 novillos, realizando 20 faenas premiadas con una oreja, seis con dos y en dos ocasiones ha sido galardonado con las dos orejas y el rabo.
En cuanto a las salidas a hombros han sido las siguientes:
30 de julio de 1.984 (cuatro oreja y un rabo). Novillada
12 de octubre de 1.987 (oreja y oreja). Corrida
27 de febrero de 1.988 (dos orejas y rabo). Festival
25 de agosto de 1.990 (oreja y oreja). Corrida
23 de marzo de 1.991 (dos orejas). Festival
16 de mayo de 1.993 (cuatro orejas). Corrida
23 de febrero de 1.994 (dos orejas tras aviso). Festival
7 de agosto de 1.994 (oreja y oreja tras aviso). Corrida.
3 de agosto de 1.997 (palmas tras dos avisos y dos orejas tras resultar cogido de gravedad, por lo que no pudo salir a hombros). Corrida
8 de septiembre de 1.997 (ovación y dos orejas). Corrida
Como puede comprobarse, han sido diez las ocasiones en las que Emilio pudo abrir la puerta grande, pero, como ya se ha señalado, en una ocasión la cambió por la puerta de la enfermería. Este es el número de salidas triunfales del gran torero onubense, pero no las catorce que se señalan.
Con estos datos que aportamos y que están extraídos de las actas oficiales de todos los festejos celebrados durante las primeras veinticinco temporadas en el coso onubense tan sólo hemos pretendido que quede reflejada la auténtica realidad frente a los errores cometidos en la publicación de referencia con el fin de que, si fuese posible, se subsanasen para que, cuando alguien quiere estudiar la historia de la plaza, no se encuentre con esos datos erróneos y no sigan incurriendo en los mismos.
Si esque sois mu malos cojones, nunca he visto un cronista taurino que falta a los toros cuando juega el recre.
ResponderEliminarAsí no puede ser NO.
Tenemos lo que nos merecemos en Huelva.