Después de dos semanas, después de casi cien toros, después de una tarde de toros brutos del encaste de la estrella, salió el sobrero, vaya arte de las cuadrillas para enlotar con tino, y la sorpresa fue de órdago, el toro … SE MOVÏA, quería coger los engaños si se le presentaban con firmeza y en las distancias, si no el burel se iba a por el torero y si no a por cualquier cosa que se moviese, con violencia bronca y honda. No aguantaba el Fuente Ymbro series largas de más de tres y el de pecho. Tenía casta,genio, malas intenciones, exigencias, afán de rajarse y la cara más alta que la Torre del Oro, como todos los toros mal picados por norma de esta feria, pero aquello como dicen mis paisanos “echaba gusto” a toro, a bravura, a peligro, a esa agreste y recóndita condición de antiguas remembranzas de lo salvaje, de lo feroz de una raza distinta y ancestral. La del animal más bello del mundo Los aldeanos de la antigua Iberia percibían, percibíamos, en la Maestranza la heroicidad del sacerdote del rito, vestido de luces, sabíamos que nuestro instinto de supervivencia nos decía que a correr, ante las embestidas del burel sólo el héroe de la tribu vecina de Madrid aguantaba en el ritual círculo rodeado de tablas. ¿Que el toro tenía dos orejas? es verdad, ¿que era toro de dos orejas o ninguna? un tópico ¿que el toro era de vuelta? no fue más que un manso encastado de mucha transmisión.
Mi percepción a lo mejor viene dada por que esta tarde por azares del destino estaba en el burladero del callejón de la Maestranza con tres saboríos y esa cercanía a la verdad del torero me haya sublimado No creo, la importancia definitiva de la fiesta brava la tiene que poner el torero, hoy uno que se pusiera delante y tirase la moneda, y Tejela, con más o menos arte, con discutibles, sin quieren, distancias y terrenos, Tejela, digo, estuvo hecho un tío, se quedo allí, le quiso bajar la manos, aguantó tarascadas, derrotes, ansias de cogerlo, miradas, reposiciones de rayo e hilvanó faena, caló en una plaza exigente y cortó una oreja.
Ahora en el ferial, cuando les pregunten digan que vieron un toro que se movió y un Torero, lo demás tiene poca historia.
Me conquistó Morante, me encandilo el Juli, me hizo salir toreando Manzanares, pero venirme al Internet del Hotel Adriano con el pulso temblando me lo ha hecho hacer un toro encastado y fiero y un torero de los madriles. Se me van las letras con estos dedazos que Dios me ha dado, esta es la fiesta que amo. Esta es mi fiesta: rito, ferocidad, valentía y magia. La fiesta del señorío de plata de Montoliu, cuantas lágrimas aquel día. Pero si no hay un pavo con ansias de levantar los pies del suelo al intruso que osa pisar su territorio, todo queda en un teatro, uno más de los mil que cada día se celebran para pisaverdes y sensibles.
Hoy sólo hubo en Sevilla un toro que se movía con sentido y un torero que se quedaba quieto con más sentido aún. Y eso es mucho. El toro no es de premio, el torero sí.
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