¿Artistas o deportistas?

Como entrenan los toreros.
Viene el tema mi teclado traido por las lesiones que se han producido estos días dos toreros como David Fandila “el Fandi” y el novillero Álvaro Casillas. Uno jugando al fútbol, otro entrenado en el campo.
Parto de la base que no soy preparador físico, ni nunca me he preocupado de analizar o sistematizar la preparación que debe llevar a cabo un profesional. Esto del torero ha evolucionado y de el banderillero tipo "El Formidable" o "Tito de San Bernardo", se ha pasado al banderillero-atleta capaz de competir en una maratón.
Antes, un banderillero se lucía si cuarteaba, llegaba a la cara del toro, le ponía el par sacándolo de abajo y salía del embroque andando. Ahora parece que disputan a ver quien se distancia más del suelo en el salto que dan delante de la cara del toro. No se que forma es más purista, ni más valiente, ni asume más riesgos; si le pudiéramos preguntar a Sánchez Mejías, o le preguntásemos a Alfonso Ordóñez, al Vito o a cualquier hombre de plata de esa generación, la respuesta se cual sería. Si preguntamos a alguien de la nueva hornada, también me imagino la respuesta..


En el cuidado y puesta a punto de los matadores también ha cambiado todo, antes preparar la temporada era meterse en el campo, montar a caballo, andar, torero de salón, tentar, acosar, vivir el toro, ahora me consta que algunos matadores no tientan más que en muy contadas ocasiones, pasan largas horas de gimnasio, tienen su propio fisioterapeuta, su dietista e incluso un entrenador personal.


No llego a imaginarme a Picasso haciendo pesas, o a Miguel Angel, pese a que se lo curró la capilla Sixtina, desarollando biceps, ni siquiera al Barceló de las estalctitas de la ONU aprendiendo trekking. Quiza sea cuestión de concepción taurina y de los nuevos tiempos, a los mejor no va más allá de la clásica dicotomía tan taurina entre el "artista" y el "currante" no tengo un juicio claro sobre que es lo óptimo, no defiendo que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni considero que el progreso sea un valor en si mismo.


Traigo dos anécdotas vividas casi en primera persona, doy los nombres y ya sabéis por donde van los tiros, Curro y Paula, Rafael y Romero.
Curro siempre tuvo problemas de sobrepeso, los sigue padeciendo y de vez en cuando, al principio de temporada, cuando don Diodoro les firmaba las cinco, empezaba su puesta a punto para entrar en el traje de luces. Todo consistía en una severa dieta, y andar, andar mucho. En las mañanas primaverales de esa bendición de luz y belleza que es Punta Umbría no era extraño para cualquier onubense ocioso, cruzarse con Curro por la playa. Dejaba el coche en el Cruce, ahora la Bota (hasta las playas cambian de nombre), el caso es que iba caminado a buen paso hasta Punta o a la inversa. Su perdición era que lo viera, o que él hiciera por que lo viera, Miguel Báez “el Litri “, desde su chalet de la Punta de los Ingleses. Si esto sucedía, en lugar de mantener la dieta que periódicamente realizaba el camero, aquello se convertía en un homenaje: un ranchito de pescado y marisco de la ría comprado al relance, un kilo de arroz y una arroba de vino, los amigos venían solos, “a la luz, como los mosquitos" decía "el Litri” y aquello se convertía en una juerga...

Durante sus paseos, Curro hablaba con todo el que se dirigía a él, hablaba de pesca, de flamenco, del tiempo, del Betis, pero esquivaba el tema taurino, una mañana andaba por allí un "guasa" y le espetó, en flagrante falta de respeto “maestro ¿Qué pasa, entrenando pá luego jartarte de correr en la Maestranza” Curro lo miró y contesto sin levantar la voz, “No he corrio en mi vía, si tuviera que correr ya me hubiera io?.

Me cuenta un amigo jerezano que tuvo el honor de compartir gimnasio con Paula, que este llegaba a entrenar ataviado con zapatitos finos, pantalón de chándal y camisa de seda, de esa guisa se encajaba en una maquina de hacer remo y cuando daba cuatro paletazos, decía,”ea, ya hemo entrenao, amo a echa unos vazos” y se llevaba a medio gimnasio al bar de la esquina. Lo vi, una tarde antológica con Curro, deleitar a los angeles de Santiago y hacer llorar a los gitanos viejos en Jerez sin poder levantar las rodillas , luego no mató el toro y se quiso morir.

Quizá tampoco fueran esas las formas, pero me parece absurdo que carreras como la de Espartaco o Fandi se resientan o se hayan resentido por jugar al fútbol. Esto es una profesión de riesgo y está claro que en cualquier momento llega la lesión, ahí está Jairo, entrenando en el campo se queda sin una falange, a Cayetano lo pisa un toro y casi no lo cuenta, al Soro se le va la rodilla y la carrera al saltar al callejón en Sevilla, a Bienvenida lo desgracia una vaca en el campo, tantos toreros con graves lesiones fruto de accidentes de tráfico…
En todo caso, me parece llamativo que personas que facturan más que la mayoría de las pequeñas y medianas empresas de este país, se jueguen su pan y el de diez hombres en actividades lúdicas. Si ya se que es por un buen fin, que suelen ser benéficos, que sería una pena no recaudar esos fondos, pero…, algo me chirriía.