José Tomás en Huelva.
Estáis todos invitados esta tarde a las 20.00 en el Monteconquero, os espero. Ante la ausencia en el ruedo de la Merced en los dos últimos años del genial torero de Galapagar, a pesar de que cuando anuncio su reaparición mostró su deseo e torear en nuestra tierra, la afición taurina de Huelva vive del recuerdo y de la palabra pulcra de Carlos Abella que disertará sobre la figura de José Tomás en los foros de Odiel, el jueves en el Hotel Monteconquero.
La historia se escribe cada segundo, cada hora, cada día, cada semana…. Todo es historia, pero a la postre, sólo unos pocos acontecimientos, entresacados de la incesante sucesión de grises hechos anodinos, pasan a formar parte de los hechos históricos. La memoria personal, la historia de cada cual, se suman para parir lo que se denomina la Historia.
En la fiesta brava no suele ser el gris el color de fondo de las tardes de toros, sólo algún torero se atreve con el gris plomo, últimamente en desuso, cosas de la moda taurina. De entre los mil matices que componen una faena, la concatenación del millón de milagros que se dan cada tarde y los infinitos momentos de emoción que se viven en una temporada, adjetivar de históricos algunos hechos, es asunto complicado. Pronto puede ser borrado por otro hecho “más” histórico.
Si preguntáramos a los aficionados al toro de Huelva por hechos históricos relacionados con la fiesta que hayan vivido en primera persona en los últimos cuarenta años, la mayoría coincidiría en unos cuantos momentos que se han convertido en referencias, apenas una docena, la inauguración de la Monumental, la reinauguración de la Merced, la faena de Pepe Luis, el indulto de Culito, la presentación del último Litri, la cogida de Silvera, la tarde de Jesulín con un Cuadri en los tendidos del 12, el rabo de Hermoso, el sobrero que regaló del Litri una tarde con Espartaco y Dominguez…., . Seguro que el acervo popular recuerda otros hechos, otras tardes, otras emociones que hubieran caído en el olvido, si no sucediera que aquello que amamos y nos emociona marca con prodigiosa e indeleble huella nuestra memoria, que no es más que la inteligencia de los torpes.
Nadie podrá olvidar una tarde de toros en Huelva, allá por el año 99, en la Merced., 31 de julio, cartel inaugural de Colombinas, Curro, José Tomás y Morante, (¿Cuanto valdría ese cartel hoy?.., ¿seguro?, no mucho más, es un sueño y los sueños valen mucho más). Máxima expectación pero la plaza no se llenó, el cartel estrella era en ese ciclo Litri, Ponce y el Juli.
Curioso analizar esos carteles del 99 en la Merced por la cantidad de efemérides que atesoraban en su letras de imprenta, presentación en Huelva de José Tomás, y Julián López “el Juli”, despedida de Litri que fue llevado a hombros, junto a Ponce y el Juli, hasta la calle Rico, también en la postrera ocasión hasta el momento, presentación en terna de Hermoso de Mendoza y bronca cuando se negó a torear con Cagancho mientras el público lo reclamaba, el navarro hizo un mal gesto al publico e intentó abandonar la plaza hecho que Alfonso Garrido impidió ayudado por las fuerzas del orden; ese año Curro cortó la última de muchas orejas en Huelva, se celebró la ultima novillada picada en la Merced…pequeña historia que nos desvía del camino de este artículo.
Ese año José Tomás debuta en Huelva, corta tres orejas y los choqueros salimos toreando por la Vega Larga, Curro ha dibujado carteles de toros en cada pase del desprecio y se ha gustado a la verónica, pero impresiona la quietud imperturbable del de Galapagar, el clamor por las series al segundo de Hermanos Tornay con los pies clavados, la cintura metida y la figura arqueada hasta lo imposible, en una faena rematada con cuatro pases de pecho sin enmendarse, formaran parte de esa historia cercana de la tauromaquia en Huelva.
De acuerdo, esa es la historia, pero la memoria del que estuvo en la plaza se acuerda de otra cosa, sólo el que estuvo en los tendidos de la Merced puede describir lo que supuso, al salir el segundo toro de Curro suelto del caballo y venirse hasta los terrenos del cinco, donde José Tomás, a la izquierda del caballo y junto a Morante, vio venirse al morlaco derecho hacía él en corto galope. Ni se inmutó, aquí las versiones difieren, hay quien dice que enseñó la punta del capote un milímetro, lo justo para cambiar la trayectoria y aliviar la embestida del toro. Yo estaba allí, en la barrera del Cinco junto a Sotomayor, Chaves y otros cabales, podemos jurar que el torero sólo movió los ojos, ante lo que el toro desvió sus intenciones. La plaza se puso boca abajo.
Esa es la memoria y esa es la historia grande, la pequeña, la mía, como aprendiz de contertulio del añorado Rafael Mezquita, acaba cuando aquella noche, en las puertas del Hotel Monteconquero, el mismo hotel, no podía ser menos, donde Carlos Abella nos va a deleitar disertando sobre el torero, me acerqué para solicitar al maestro que se sentase en nuestra tertulia. Me miro a los ojos, y me preguntó.
-¿Pero… una tertulia taurina?
Yo respondí afirmativamente, desconfiado por lo evidente y su respuesta fue:
-Lo siento, a mi lo que me gusta es hablar de fútbol.
Y se marchó a la playa a pescar, otra de sus pasiones.
Es cierto lo que cuenta de Huelva, yo estuve alli, cada vez que me acuerdo se me ponen los bellos de punta. Inolvidable tarde
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