De hijos pródigos, “enteraos”, calores e injusticias
Toda causa tiene consecuencias buscadas y otras llamadas eufemísticamente colaterales en lenguaje bélico, no deseadas, secundarias, algunas contraproducentes. En el caso del efecto José Tomás, sin duda por la magnitud de la causa, estas ramificaciones son muchas y sólo pasadas por el tamiz del tiempo percibiremos la verdadera dimensión del fenómeno. Otras consecuencias son inmediatas y fácilmente perceptibles. A estas voy.
Para empezar han nacido veinte millones de aficionados de toda la vida, cuyos conocimientos dejan en pañales a las tauromaquias de Pepe Hillo y Domingo Ortega juntas. Saben que Tomás se quiere inmolar (bella palabra mal aplicada), afirman que el diestro quiere morir de purísima y oro (terno que jamás uso el monstruo de Córdoba) en Linares, conocen incluso de su vida privada, de las razones últimas de sus afanes. Han aprendido incluso a hablar de terrenos, en esta época en que es palabra maldita por mor de la crisis y los contrapelotazos urbanísticos. Incluso medios de comunicación y articulistas de postín, que no han tocado el asunto taurino más que en la tragedia o en el chisme, se proclaman defensores de las verdades absolutas del toreo.
Cualquier recién llegado tiene mil argumentos prestados para opinar, ¿conocen esa figura encantadora, que se ha llamado siempre en nuestro mundo el "ladrón de oído"?. Llama la atención, por el contrario, la discreción con que los profesionales abordan el tema, los profesionales y los aficionados de verdad, la gente seria del toro calla, no osa decir nada por que está sorprendida, esta desentrañando e intentando comprender y asimilar la verdadera dimensión de lo que el de Galapagar está haciendo. Explicar lo inexplicable es difícil, ¿por que un hombre se juega la vida llevando a sus últimas consecuencias sus conceptos, dispuesto a ser fiel a una idea en tiempos de pragmatismo, incluso en las tauromaquias diversas? El superficial que se acerca y se sorprende encuentra enseguida respuestas, cuando al que lleva aquí toda la vida lo que le crea son interrogantes.
Recuerdo la historia de un viejo de uno de mis mil pueblos que andaba queriendo encerrar en un cercado a sus doce ovejas díscolas que una y otra vez se la jugaban para no entrar al aprisco, sudoroso, sucio y cansado luego de toda la mañana de intentonas fallidas llego su hijo, “el Chismes” de apodo, un mocetón fornido y algo simple que venía "plancheao" y entre risas espeto: Pero Padre, se meten por la puerta, joder, por la puerta. El anciano miro al hijo, resopló (resoplar en las Navas del Madroño es sinónimo de mil imprecaciones no todas reproducibles en una página apta para menores) y siguió en la infructuosa tarea. Pues eso hago yo, resoplar y seguir intentando que alguien me explique por que después de cuatro orejas en la primera tarde de Madrid, Tomás se empeñó en seguir delante de un toro que no tenía un pase. No…, no me lo expliquen, era una pregunta retórica, gracias.
Ese primer efecto conlleva que ser de José Tomás es saber de toros, por tanto despreciar al resto del escalafón es consecuencia de la lógica simple de estas cabezas privilegiadas: pegapases, figuritas de pitiminí, en mil corridas dos cornadas, el toro tiene que tirarle el cuerno, sin arriesgar…., son expresiones que me zumban en los oídos y tintilinean en Internet estas semanas.
Evidentemente ¿para que ir a la plaza a ver a estos apóstatas de la fe del tomismo?
Ayer en Ávla, el año pasado llenísima para ver a José Tomás, ayer decíamos. media plaza para ver al Juli, presente también en el mano a mano del año pasado, con Manzanares y Cayetano. Media plaza para ver al que ha mantenido la antorcha estos años de ausencia necesaria de José Tomás, digo necesaria por que así la entiendo para su salud, sus tauromaquia su verdad y…, sí, también su merchandising. Todos lo toreros que pisaban terrenos comprometidos y a los que los toros les pegaban tenían que irse y después volvían, o no, recuerden nuestros Litri o Manolo González.
Desprecian al Juli. No puedo negar mis simpatías por el hijo que se quedó junto al padre, mientras el listo dilapidaba su fortuna, mi simpatía acaba cuando mete la pata y le va con lloriqueos al padre; mi simpatía también para el golfante, que conste, que se lo tiró en juergas y placeres carnales, seguro que de alguna corridita también disfruto el mozo ¿O No…?y pero al fin volvió al hogar paterno, demostrando su raza.
Toda causa tiene consecuencias buscadas y otras llamadas eufemísticamente colaterales en lenguaje bélico, no deseadas, secundarias, algunas contraproducentes. En el caso del efecto José Tomás, sin duda por la magnitud de la causa, estas ramificaciones son muchas y sólo pasadas por el tamiz del tiempo percibiremos la verdadera dimensión del fenómeno. Otras consecuencias son inmediatas y fácilmente perceptibles. A estas voy.
Para empezar han nacido veinte millones de aficionados de toda la vida, cuyos conocimientos dejan en pañales a las tauromaquias de Pepe Hillo y Domingo Ortega juntas. Saben que Tomás se quiere inmolar (bella palabra mal aplicada), afirman que el diestro quiere morir de purísima y oro (terno que jamás uso el monstruo de Córdoba) en Linares, conocen incluso de su vida privada, de las razones últimas de sus afanes. Han aprendido incluso a hablar de terrenos, en esta época en que es palabra maldita por mor de la crisis y los contrapelotazos urbanísticos. Incluso medios de comunicación y articulistas de postín, que no han tocado el asunto taurino más que en la tragedia o en el chisme, se proclaman defensores de las verdades absolutas del toreo.
Cualquier recién llegado tiene mil argumentos prestados para opinar, ¿conocen esa figura encantadora, que se ha llamado siempre en nuestro mundo el "ladrón de oído"?. Llama la atención, por el contrario, la discreción con que los profesionales abordan el tema, los profesionales y los aficionados de verdad, la gente seria del toro calla, no osa decir nada por que está sorprendida, esta desentrañando e intentando comprender y asimilar la verdadera dimensión de lo que el de Galapagar está haciendo. Explicar lo inexplicable es difícil, ¿por que un hombre se juega la vida llevando a sus últimas consecuencias sus conceptos, dispuesto a ser fiel a una idea en tiempos de pragmatismo, incluso en las tauromaquias diversas? El superficial que se acerca y se sorprende encuentra enseguida respuestas, cuando al que lleva aquí toda la vida lo que le crea son interrogantes.
Recuerdo la historia de un viejo de uno de mis mil pueblos que andaba queriendo encerrar en un cercado a sus doce ovejas díscolas que una y otra vez se la jugaban para no entrar al aprisco, sudoroso, sucio y cansado luego de toda la mañana de intentonas fallidas llego su hijo, “el Chismes” de apodo, un mocetón fornido y algo simple que venía "plancheao" y entre risas espeto: Pero Padre, se meten por la puerta, joder, por la puerta. El anciano miro al hijo, resopló (resoplar en las Navas del Madroño es sinónimo de mil imprecaciones no todas reproducibles en una página apta para menores) y siguió en la infructuosa tarea. Pues eso hago yo, resoplar y seguir intentando que alguien me explique por que después de cuatro orejas en la primera tarde de Madrid, Tomás se empeñó en seguir delante de un toro que no tenía un pase. No…, no me lo expliquen, era una pregunta retórica, gracias.
Ese primer efecto conlleva que ser de José Tomás es saber de toros, por tanto despreciar al resto del escalafón es consecuencia de la lógica simple de estas cabezas privilegiadas: pegapases, figuritas de pitiminí, en mil corridas dos cornadas, el toro tiene que tirarle el cuerno, sin arriesgar…., son expresiones que me zumban en los oídos y tintilinean en Internet estas semanas.
Evidentemente ¿para que ir a la plaza a ver a estos apóstatas de la fe del tomismo?
Ayer en Ávla, el año pasado llenísima para ver a José Tomás, ayer decíamos. media plaza para ver al Juli, presente también en el mano a mano del año pasado, con Manzanares y Cayetano. Media plaza para ver al que ha mantenido la antorcha estos años de ausencia necesaria de José Tomás, digo necesaria por que así la entiendo para su salud, sus tauromaquia su verdad y…, sí, también su merchandising. Todos lo toreros que pisaban terrenos comprometidos y a los que los toros les pegaban tenían que irse y después volvían, o no, recuerden nuestros Litri o Manolo González.
Desprecian al Juli. No puedo negar mis simpatías por el hijo que se quedó junto al padre, mientras el listo dilapidaba su fortuna, mi simpatía acaba cuando mete la pata y le va con lloriqueos al padre; mi simpatía también para el golfante, que conste, que se lo tiró en juergas y placeres carnales, seguro que de alguna corridita también disfruto el mozo ¿O No…?y pero al fin volvió al hogar paterno, demostrando su raza.
Pero, al grano, desprecian al Juli por que no lo cogen los toros, “la marca de la cara es un arañazo de los gatos que mata”, me dijo uno ayer, y me dolió, me dolió donde duele la afición, pero también donde duele la verdad, los sentimientos y tras dejar dormir la rabia una noche hoy os escribo esto.
¿No se puede ser de muchos toreros? Yo, que me hice en esto con un Ordoñesista, que derivó en Currista y acabo “degenerando” en Victorinista, no entiendo los ismos en el toro.
Bueno, en Ávila, media plaza, los tomistas de siempre en el bar de enfrente, esperando a que salieran los equivocados para mostrarles el camino correcto, la verdad absoluta de la vida y del toreo. Esgrimiendo la fe del converso contra todo el que aspire a lo distinto a su propia creencia. Manzanres, Cayetano, el Juli, un gran cartel, figura consagrada en plenitud, joven aspirante con un concepto que emociona y está cargado de estética y verdad y un joven torero de dinastía, mediático, que ha demostrado razita y buenos fundamentos, un cartel para más de media plaza en Ávila, en Huelva, en Madrid y en Manhattan. Media plaza con los tomistas luciendo media sonrisa a la salida de los toros.
Libro de toda responsabilidad al torero y a su entorno, posiblemente no haya responsables y esto no sean más que disertaciones de un domingo de verano sobre la fiesta, las injusticias, los hijos pródigos, los hijos p., los enterados y el calor que derrite las meninges
¿No se puede ser de muchos toreros? Yo, que me hice en esto con un Ordoñesista, que derivó en Currista y acabo “degenerando” en Victorinista, no entiendo los ismos en el toro.
Bueno, en Ávila, media plaza, los tomistas de siempre en el bar de enfrente, esperando a que salieran los equivocados para mostrarles el camino correcto, la verdad absoluta de la vida y del toreo. Esgrimiendo la fe del converso contra todo el que aspire a lo distinto a su propia creencia. Manzanres, Cayetano, el Juli, un gran cartel, figura consagrada en plenitud, joven aspirante con un concepto que emociona y está cargado de estética y verdad y un joven torero de dinastía, mediático, que ha demostrado razita y buenos fundamentos, un cartel para más de media plaza en Ávila, en Huelva, en Madrid y en Manhattan. Media plaza con los tomistas luciendo media sonrisa a la salida de los toros.
Libro de toda responsabilidad al torero y a su entorno, posiblemente no haya responsables y esto no sean más que disertaciones de un domingo de verano sobre la fiesta, las injusticias, los hijos pródigos, los hijos p., los enterados y el calor que derrite las meninges
Me voy a la playa y luego a ver a Alonso y Nadal, ¡¡Viva Ejjjjpaña!!, ¿será políticamente correcto?
Javier, ¡enorme! no se puede decribir mejor la situación actual. Ahora resulta que José Tomás ha inventado el toreo, eso es lo que nos venden en los medios generalistas; y no saben que el toreo es otra cosa que ponerse en un sitio imposible para ligar, y que precisamente eso, ligazon, temple y profundidad es el toreo y no volar por los aires. A J.T. hay que reconocerle cosas (el sitio cuando es factible, pero no por obligación)pero su éxito mediático, que no puramente taurino, es consecuencia del marketing. Ay si dieran con su receta algunas empresas...
ResponderEliminarSaludos
Domingo Parreño Rodríguez