viernes, 9 de noviembre de 2007

Ha muerto Pepe Pirfo

HA MUERTO PEPE PIRFO, EL HOMBRE QUE DIO EL PRIMER CAPOTAZO EN LA MONUMENTAL DE HUELVA.
NACIÓ EN LA CALLE MIGUEL REDONDO EL 21 DE SEPTIEMBRE DE 1921 Y DEBUTÓ EN 1939.
Hace algún tiempo que lo dejamos de ver por sus recorridos habituales de las calles de Huelva, la parca le rondaba y lo sabíamos. Su imagen era singular: elegante terno, mascota inamovible y andares de torero.
En cada encuentro con Paco, su hijo y continuador de esta larga dinastía, le preguntábamos y su muda respuesta, acompañada de un expresivo y leve cabeceo nos lo decía todo.
Ayer moría un torero. En esta tierra nuestra donde cualquiera que da dos muletazos se cree Lagartijo, donde cualquiera que toma café con tres toreros, se viste como cree que visten los toreros y anda con pasos afectados se considera Joselito “el Gallo”, Don José Pirfo no necesitaba carné, ni su nombre en el Cossio, que de ambas cosas podía presumir. Era torero por la gracia de Dios, lo fue desde su nacencia huelvana en la calle Miguel Redondo y hasta esta noche en que ha exhalado su último aliento acompañado de los suyos a los 86 años.
Ha muerto Pepe Pireo, para mi siempre don José, el torero que dio los primeros capotazos a un toro en la derruida Monumental junto a la Ría del Odiel, el hombre que acompañó en tardes de triunfo a Antonio Borrero Morano, a Diego Puerta a Rafael de Paula. Dicen que los toreros quieren toreros en su cuadrilla, pues ahí llevaban a uno de los pies a la cabeza, de aquellos que con un solo muletazo paraban a un toro, de aquellos que ponían banderillas hasta al arco iris y no penaban con la mirada buscando al matador para desmonterarse, de aquellos que decían entre dientes al matador mientras se tapaba “ por la izquierda no pasa” y no tenía ni medio por la izquierda, de aquellos que eran capaz de recordar al matador, “ Maestro que son las diez y mañana nos espera una del Conde en Valencia” y el matador, joven y rico, agachaba la cabeza se despedía y se iba a planchar la oreja.
Verlo pasear por Huelva era un placer, sus años de asesor en el palco fueron una continuada lección magistral de buen hacer, de conseguir acuerdos inverosímiles, de sentirse torero, de defender sin ñoñerias a los profesionales, de magisterio aplicado al carácter de la Huelva taurina, de saber estar y saber sentirse torero por que hay que saber sentirse torero como lo hacía Pirfo, paseando por el paseo Independencia, toreando en la Maestranza o en el palco presidencial.
Con cualquier muerte se va algo de nosotros, con la muerte de Pirfo se nos marcha un tanto así de grande del alma taurina onubense. La tristeza es irremediable, pero cuando se ha tenido una vida plena en una profesión de riesgo, se va uno sin enemigos, ha sido una figura en su profesión, ha tenido reconocimientos en plenitud de facultades para saborearlos, todo es menos dramático y no se debe ver más que como el paso final de un tránsito de éxito por el mundo terrenal.
Descanse en paz y que los toros del cielo se preparen para ser lidiados como Dios manda, por un torero onubense de manos bajas y cabeza alta.

1 comentario:

JUAN dijo...

Hola Javier.

La casualidad me ha llevado a topar con tu Blog y la verdad es que ha merecido la pena.

Enhorabuena y que no decaiga la afición.

Te voy a poner un enlace en mi blog sobre Finito de Córdoba, para que te puedan conocer los que me visitan.

Un saludo.
elfinocalifa.blogspot.com

Haciendo hilo

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